Se nos está abriendo la brecha social entre ricos y pobres por dónde no esperábamos que se abriera desde hacía años, y está sucediendo a pesar de que no solo el gobierno progresista, sino el mismo grupo de Unidas Podemos, ostentara el ministerio de Universidades. Sí, es la brecha de los estudios superiores en la que nos han ido cociendo a fuego lento, como a la proverbial rana de la olla, para que no saltemos y se escapemos, sin la más mínima intención de dar la batalla y que la gente entienda que una nota de corte de 13 puntos, incluso de 9 puntos, no es algo que caiga del cielo como una lluvia inesperada, sino que es una cuestión de presupuesto.
Porque la nota de corte para entrar a estudiar una carrera no es más que la nota que sacó el último alumno que consiguió plaza, y esta nota sale de la media de los dos años de bachillerato y de la EVAU, la Selectividad de toda la vida. Y estamos metiendo una presión de tres pares de cojones a niños, porque todavía son niños, con el hecho de que durante dos años enteros en que también tienen que pensar en divertirse, en hacer deporte, en ensayar sus límites rompiendo reglas, en comprender y enfrentarse a sus padres, en superar sus propios dilemas emocionales, en ser y aprender a ser personas, en esos dos años enteros, no pueden fallar ni una vez. No pueden ponerse malos. Porque tienen que sacar un 9 o un 10 de media en todas sus asignaturas para tener una mínima posibilidad de superar incluso esa media en un examen de todo o nada y, a lo mejor, poder estudiar la carrera que los desarrollará como personas, que fabricará futuros profesores, doctores, ingenieras o arquitectas.
A no ser que sus padres les puedan pagar una universidad privada. Entonces esos dos años van a ser muy distintos, posiblemente también en un instituto privado donde, seamos claros, todos sabemos que hacer aportaciones económicas más allá de las matrículas ayuda en el expediente académico.
Dicho lo cual, esto es una cuestión de inversión pública, de presupuestos. Si en una carrera hay pocas aulas y profesores, podrán entrar pocos alumnos. Si pueden entrar pocos alumnos, sube la nota de corte y, si sube la nota de corte es porque no hemos estados atentos a la demanda y no hemos metido más recursos en esas carreras.
Dos años de una vida tan difícil, agitada y frágil como es la adolescencia consagrada a corregir un problema que los adolescentes no han creado, y que ni siquiera corregirían para todos, sino para ellos mismos. Dos años que se pueden ir al traste por una operación de apendicitis en la semana de exámenes o por una depresión, porque no pueden fallar, porque tienen que sacar 9 o 10, 10 o 9 en todos los exámenes si quieren estudiar Medicina, con la clamorosa falta de médicos que tenemos.
No existe la igualdad de oportunidades en ausencia de recursos materiales. No existe la gestión adecuada de recursos materiales sin voluntad política. No existe voluntad política sin empatía. No entiendo cómo ni Joan Subirats ni Manuel Castells, ambos hijos de la Universidad de Barcelona, que es un ente púbico, han podido olvidar de dónde vinieron, pero tengo mucha curiosidad por saber cuál fue la nota de corte que tuvieron que pasar en su momento para estudiar Ciencias Económicas en dicha Universidad.
Tenemos que coser esa brecha, por nuestro futuro como sociedad y por la alegría de nuestra juventud. Tenemos que hacer lo posible para que nuestros jóvenes sepan que confiamos en ellos, aunque tengan un mal año. Tenemos que dejarles fallar y levantarse, porque el mundo no se acaba cuando te caes, excepto si te caes en una brecha infinita.