Últimamente, en Twitter y otras redes, existe la tendencia del dos noticias se entienden mejor juntas. Se colocan dos pantallazos juntos de noticias que puedan tener alguna relación entre sí, se explica un poco y puede que se alineen los astros para que alguien se dé cuenta de esa relación, de si es auténtica o no e, incluso, se ponga a pensar sobre lo que está pasando más allá de los titulares. De hecho, puede ampliarse a algo más que noticias, por ejemplo hechos concretos. Cuando PSOE y PP se pusieron de acuerdo para reformar de forma infame la Ley del Sólo Sí es Sí, los contadores de reducciones de penas dejaron de aparecer en las pantallas. Esas dos imágenes se entienden mejor juntas: había que reforzar el relato de que Irene Montero era una inútil y, además, abrazar la reforma de dos hombres sobre la ley hecha por una mujer. Es decir, se usó esto que utilizo como ejemplo para extender un mensaje machista y reforzar un relato falaz.
Ayer, el juez del caso Neurona desimputó a Juan Carlos Monedero. Un caso en el que varias veces quedó claro que no había nada, que ha durado años sin haber de dónde rascar y que ha servido para meter mucho ruido en prensa contra Unidas Podemos, sus dirigentes y antiguos miembros. Si analizamos la evolución desde que se creó podemos en 2014, veremos que dos noticias se entienden mejor juntas: Unidas Podemos ha quedado reducido a ser un partido integrado en Sumar y con sólo 5 escaños y, por tanto, ya no hace la maquinaria que se desplegó contra la formación morada por tierra, mar, aire, jueces, radio, prensa, televisión y redes sociales. Ya no hace falta al bando nacional usar el juego sucio de las condenas judiciales sin pruebas como las de Alberto Rodríguez e Isabel Serra, de un Tribunal Constitucional que declara contrario a la Constitución un estado de alarma aplicado de forma impecable y que salvó millones de vidas, unos empresarios que suben precios de forma indecente aprovechando cualquier contexto... Lo seguirán haciendo, pero ya no les hace falta. Si los nostálgicos de los golpistas del 36 hablan de aquello como alzamiento cívico-militar, lo que se ha cometido contra Podemos, Unidas Podemos y toda la izquierda (el PSOE no cuenta y ha sido parte de ello) se podría llamar alzamiento jurídico-económico-mediático.
Cuando Podemos se presentaba a sus primeras elecciones, allá por mayo de 2014, encontrábamos una formación compuesta por un conocido tertuliano, Pablo Iglesias (lo de profesor universitario se le pasó por alto a mucha gente) y unos entonces desconocidos Íñigo Errejón, Juan Carlos Monedero, Pablo Echenique, Carolina Bescansa... Aún no se les atacaba, no se les tomaba en serio. Apenas se decía que eran un partido de frikis que venían de los perroflautas del 15-M. Sin embargo, ese partido ignorado por el contubernio bipartidista sacó cinco escaños en Europa y casi un millón de votos. Y, ahí, fue cuando empezaron a temblar muchas piernas y a activarse una carísima máquina del fango. Carísima porque ya saben ustedes que pagar la tinta es importante para asentar un relato y, además, es fácil de hacer con el dinero de todos. Los Inda, Marhuenda, Alfonso Rojo y compañía vieron sus medios plagados de eso que llaman publicidad institucional, una suerte de subvención encubierta para convertir al periodista en vocero (si es que alguna vez fue periodista).
Con esa tinta subvencionada, comenzaron las noticias basura sobre Venezuela, Irán, una financiación ilegal que nunca existió (el último coletazo era Neurona), buscar trapos sucios donde no los había e inventarlos porque no los había... Era 2015, Pablo Iglesias estaba en empate técnico con Mariano Rajoy y eso hacía que algunos intestinos en las élites económicas (los ricos también cagan y, cuando aprieta el miedo, más) empezaran a sufrir espasmos. Se redobló la guardia pretoriana del bipartidismo mediático, empezaron a aparecer cada vez más medios digitales de derechas para saturar con bulos a una ciudadanía que no estaba para contrastarlos (eso es trabajo de periodista y de eso hay muy poco en España). Se redoblaron las querellas (miente, que algo queda), se resucitaron los principios goebbelianos de propaganda... Nos metían miedo con Venezuela, Cuba y Corea del Norte mientras nuestro panorama mediático, jurídico y económico fue virando hacia la Alemania de los años treinta. Así comenzaron las pérdidas de escaños, las distintas coaliciones, nació el hoy difunto Ciudadanos, se aupó a un partido neofascista con nombre de diccionario... Se ha hecho de todo para hundir a los morados. Y ahora, ya difuminados, le dicen al juez que ya basta. Ya no hace falta. Ya se ha dejado a la judicatura y la prensa de este país demasiado por los suelos para proteger las fortunas de empresarios explotadores, bancos usureros y esa gente que habla de cultura del esfuerzo sin haberse esforzado en su vida.
Da que pensar que en un país haya un partido que aún es opción de gobierno pese a que sus tramas corruptas nos han costado 124.000 millones de euros mientras que al que se ha atacado, hundido y hasta fomentado el odio contra sus dirigentes (recuerden el acoso a Iglesias y Montero) ha sido a un partido contra el que no han podido encontrar un triste caso de corrupción. Dos noticias se entienden mejor juntas.