Comprensión y fricciones
Las relaciones entre Gobierno y oposición muy a menudo pasan por situaciones de colaboración y distanciamiento, de comprensión y de fricciones y tensiones...
¿Qué es lo más sorprendente en toda esta relación de acontecimientos? Sorprende poco que los dos máximos líderes actúen en el Congreso a cara de perro, incluso en cuestiones esenciales como el paro y cómo afrontarlo. Pero en esa materia, ambos dirigentes saben que se la juegan a una sola carta, y que no pueden ceder al contrario. Rodríguez Zapatero atiza al adversario reprochándole que no tiene ideas ni proyectos, y que no duda en sumarse a Esquerra con tal de desgastar al Gobierno. Y Rajoy tampoco duda en emplear golpes bajos: Rodríguez Zapatero es sinónimo de desempleado... Otro tanto sucede entre la vicepresidenta del Gobierno y la portavoz del Partido Popular, cuyo desparpajo ha crecido muchos enteros en los últimos tiempos, y que llega a provocar crispación en su oponente, siempre dispuesta a machacar a la imprudente aspirante...
Luego es el tiempo de los técnicos: Federico Trillo de un lado, y Miguel Ángel Moratinos, de otro, cumplieron ayer el papel de atribuir “al césar lo que es del césar”. Si el Partido Socialista Obrero Español lo hace bien, y lo cuenta, cambiando de lugar a etarras presos, ¿por qué contribuir a la impresión de que ésta es otra papeleta de confrontación? Y si Aznar firmó pero no se llegaron a producir los vuelos de la CIA con presos talibanes con dirección a Guantánamo, ¿por qué no admitirlo de ese modo? Aznar pactó con Bush, pero aquella fue una decisión de la OTAN... Aunque a los espectadores pueda resultar difícil de entender, toda vez que se ha informado profusamente de esos vuelos a través de España. ¿Ahora resulta que nunca llegó a haberlos, pese a estar autorizados?
A los dos grandes partidos suelen descolocarle en mayor medida los episodios que protagonizan elementos externos y a menudo descontrolados: Joan Tardá y su republicanismo vociferante, Pedro Castro el insultador, que sitúa a la FEMP al borde de una severa crisis, Rosa Díaz, siempre dispuesta a morder a sus antiguos colegas socialistas, y en particular a José Luis Rodríguez Zapatero, o José Montill, atento siempre a la cuestión de la financiación autonómica de su Cataluña adoptiva...
Y a esos mimbres de primera o de segunda categoría, hay que añadir otros cuantos personajes que suelen aportar novedades de relieve: Carme Chacón, por ejemplo, no suele dar puntada sin hilo. Sus intervenciones son contadas, pero medidas y no suelen provocar tensiones en el bando contrario. Es la personificación de la profesionalidad y el esmero, incluso en la presentación formal de sus proyectos, con gran despliegue de gestos y manos...
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