Parecía que no iba a llegar el frío que envuelve su evocación, porque al calor le ha costado dejarnos. Se diría que adolece de pereza, de esa galbana dulce y silenciosa solo espantable con otro silencio, el de las palabras de un texto. La Navidad que nos llega es ilusión por los detalles, verlos sobre el sofá durante la mañana más mágica. Entre ellos encontraremos libros, títulos que han ido añadiéndose a una lista sin plazo ni fin, una lista de la que han ido faltando títulos para acomodarse en la mesa de noche antes de tiempo.
Migraciones es uno de ellos. Hace semanas que pasa las páginas de noche, abanicándola con la cadencia de la curiosidad. Así comienza la lectura de los libros, seduciéndonos desde la sinopsis, mientras la portada travesea con la historia y los personajes permanecen escondidos. Es un lugar privativo, único por lo imaginable, peculiar por lo invisible, ya que cuantos nos rodean, ven una figura arrinconada que solo mueve los ojos, un teatro o una sala de cine donde se despliega la historia que un autor ha escrito para ese par de ojos que no dejarán de chispear incluso después del punto final.
África Mesa nos ha construido ese lugar trasladándolo a un pueblo rural, el que llevan a cuestas sus dos personajes, uno que vuelve del mundo grande de la capital al jubilarse y la otra que no pudo marcharse. No pudieron migrar como los pájaros, no pudieron gozar de libertad, porque las alas o bien salieron cortas o las cortaron los acontecimientos, la cobardía.
Migraciones se lee con la serenidad, la grandeza y la sencillez que transmite un trozo de campo habitado, la rutina vivida con la dureza de la escasez de quienes menos necesitan,porque no tienen oportunidad de elegir, la de la jubilación y el regreso al lugar que fue, al mundo que está en una plaza medio vacía, en la taberna, tras los visillos. África Mesa nos regala un texto donde resalta el lirismo de su voz, el imaginario lector que ha propiciado la atmósfera por donde fluyen las mujercitas de Rosa Chacel, la soledad tan visual como transparente de Marguerite Duras, los silencios que Carmen Martín Gaite escribió para Amparo Miranda en Irse de Casa, que vuelve a su hogar de provincias, como el urbanita de Migraciones, una novela que cuenta más por lo que calla, utilizando como herramienta la fuerza de la economía verbal para ir cincelando la emoción. Una novela cuyo lenguaje sencillo logra componer la escena con el lector formando parte de ella. Un trabajo intenso para un regalo inolvidable.
Esta Navidad no olvidemos los libros. Migraciones es una buena elección.