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Obama llega a Japón tras una participación deslucida

El presidente de EEUU, Barack Obama, no logró en Seúl que los países respaldaran su postura sobre el yuan.

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El presidente de EEUU, Barack Obama, llegó a Yokohama (Japón), donde participará en la cumbre de la APEC tras una intervención deslucida en la reunión del G20 en Seúl, donde no logró que los países respaldaran su postura sobre el yuan.

En una cumbre dominada por la ‘guerra de las divisas’, el comunicado final establece un llamamiento para que los países “se abstengan” de practicar “devaluaciones competitivas” de sus monedas.

EEUU era más partidario de emplear un lenguaje más duro contra lo que considera la cotización artificialmente baja de la divisa china, que ve favorecidas sus exportaciones en detrimento de las estadounidenses. Washington hubiera preferido una condena de la práctica de “infravaloraciones competitivas”.

En su rueda de prensa tras la cumbre, el presidente estadounidense arremetió contra el "obstáculo" que representa el que el yuan esté "por debajo de su valor de mercado".

Representa, a su juicio, "un obstáculo no sólo para EEUU, sino también para muchos de los socios comerciales de China en todo el mundo".

China, declaró, "gasta mucho dinero para mantener su moneda infravalorada" y debe "de modo gradual, hacer una transición al valor de mercado. Lo ha hecho en el pasado y reconoce que debe hacerlo" para reducir los desequilibrios en la economía.

Si el presidente de EEUU no ha conseguido el apoyo decidido del resto de los países en su disputa con la República Popular, tampoco logró llevarse de Seúl uno de sus grandes objetivos, un acuerdo para cerrar el Tratado de Libre Comercio (TLC) pendiente de ratificación con Corea del Sur desde 2007.

Ambos países se habían fijado como objetivo cerrar el acuerdo, que tiene en el sector automovilístico y en la carne de res estadounidense sus principales puntos de fricción, para esta cumbre.

El jueves, Obama y el presidente surcoreano, Lee Myung Bak, admitieron que no habían cumplido el plazo y encargaron a sus negociadores que continúen las conversaciones para intentar resolver las cuestiones pendientes "en las próximas semanas".

Obama también tuvo que dedicar parte de su tiempo en Seúl a defender la decisión de la Reserva Federal de inyectar liquidez por valor de 600.000 millones de dólares en el sistema.

Esa medida ha levantado numerosas protestas entre la comunidad internacional, debido a la caída en la cotización del dólar que conlleva, y restó fuerza moral a los argumentos estadounidenses contra la cotización del yuan.

En su rueda de prensa de este viernes, el presidente estadounidense indicó que "por lo que yo veo, esta decisión no se diseñó para tener un impacto en la moneda, en el dólar, se diseñó para que la economía creciera".

Pese a los reveses, Obama aseguró que su posición internacional no se ha visto disminuida, ni siquiera tras la derrota de su partido, el Demócrata, en las legislativas del pasado día 2.

"No era más fácil tratar sobre las divisas con el presidente chino, Hu Jintao, cuando mi popularidad era del 65 por ciento", declaró el presidente estadounidense.

Cuando llegó al poder, en enero de 2009, "quizá la gente estaba más interesada en sacarse fotos conmigo" debido al "revuelo en torno a mi elección" como presidente, indicó.

Pero desde entonces ha podido establecer "verdaderas amistades" con líderes mundiales como el primer ministro indio, Manmohan Singh, o la canciller alemana, Angela Merkel, sostuvo. Incluso, agregó, con el propio Hu.

"Eso no quiere decir que no vaya a haber diferencias", explicó el mandatario estadounidense.

Obama comenzará mañana su participación en su segunda cumbre económica en Asia esta semana, la del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC) en Yokohama, donde volverá a tratar uno de los objetivos de su gira asiática, la promoción del comercio.

El presidente estadounidense presionará en favor de una ambiciosa área de libre comercio para el Pacífico.

Obama deberá esperar a conseguir más éxitos en Yokohama que en Seúl.

A su regreso a Washington le espera una reunión con los líderes republicanos en el Congreso, que le esperan con los cuchillos en alto, y un complicado debate sobre los recortes de impuestos, la primera gran batalla del resto de su mandato.

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