El 1 de enero de 2024 dimos la bienvenida a un nuevo año y también a una nueva versión de la tradicional imagen de Mickey Mouse. El ratón animado más famoso del mundo pasa a ser de dominio público.
La cuestión legal es la siguiente. Según la legislación sobre propiedad intelectual de los Estados Unidos, cada 1 de enero, al cumplirse 95 años de la primera publicación de cualquier creación literaria, los derechos de autor de quien la haya registrado o de los herederos que lo tengan en su propiedad, se liberan y pertenecen al dominio público. Cualquier autor puede reeditar, readaptar, compartir o incluir las imágenes en sus obras sin pagar derechos.
Ahora bien, esta liberación está bastante capada. Solo se liberaliza la versión original vista por primera vez en la película "Steamboat Willie" estrenada en 1928, sin la utilización del nombre, además de dejar claro que no tiene nada que ver con Disney ya que continúa reservado como identificador y mascota corporativa. Todo tiene truco, al fin y al cabo.
Y en España no está libre de derechos, advertencia que se ha de hacer por si algún creativo se embarca en otro de estos descarados proyectos, pues las obras de autores fallecidos antes del 7 de diciembre de 1987 se protegen 80 años después de su muerte contados desde el 1 de enero del año siguiente a esa fecha. Si Walt Disney fallece en 1966, las obras creadas por él (incluyendo al ratón) no entrarían a formar parte del dominio público en España hasta el 1 de enero de 2047.
Sin embargo, ante la noticia “liberadora” la cosa se pone fea a una velocidad abrumadora. Multitud de creadores se han abalanzado sobre el símbolo máximo del imperio Disney e icono de la infancia y el entretenimiento infantil y lo están convirtiendo en gasolina para pesadillas.
Les ha faltado tiempo para crear las versiones más grotescas. Planifica robos, fuma, es un zombi o protagonista de una película de terror en la que es un sangriento asesino. A nadie se le ocurre una creación en la que el ratón salva el mundo o se dedica a luchar contra actos injustos, pero claro, lo humano hoy no vende.
Las versiones morbosas y extremas del personaje se monetizan mejor. Ahora mismo, alguien está pintando a Mickey Mouse haciendo cosas terribles y sin temor aparente a consecuencias legales.
¿Deberían iconos como este disponer de una cierta de protección legal una vez ingresen al dominio público? ¿Estamos ante una tendencia creativa hambrienta de hacerse ver a toda costa pervirtiendo de las formas más extremas posibles a una imagen símbolo de infancia e inocencia? Si la respuesta a esta última cuestión es afirmativa, tristemente debería pensarse que la respuesta a la primera también debería serlo. Sobre todo, por los peligros que ello entraña hoy día con la facilidad de acceso que tienen los menores a contenido digital. Da que pensar.