“La serpiente no es vil por su veneno sino sabia por saber cuándo y cómo usarlo en la danza del poder”. Maquiavelo.
Una habilidad innata en la política de altura es aquella de saber vender con gracejo y habilidad hasta la peor noticia, dándole la vuelta y argumentando de manera que parezca positivo lo que, a todas luces, no lo es, como puedan ser un mal resultado electoral, un nombramiento a la baja, un traspiés en la gestión pública o en acuerdos entre socios. En todos los casos se tira de relato, normalmente culpando a lo primero que pase por allí, evadiéndose por entre los recovecos de la gramática para evitar lo único inadmisible en política, que es hacer el ridículo.
El PP de Cádiz está esforzándose para, justamente, eso. Parece que de aquél empacho electoral vienen estas diarreas, quizás también porque algunos, y algunas, debieron pensar que con el victorioso resultado y las mayorías en instituciones estaba todo hecho, lo demás sería coser y cantar porque la gestión se cuece sola. Un ejemplo es el jaleo que se traen en Diputación de Cádiz a torno a los ajustes de poder y a los cumplimientos de los acuerdos. A los nombramientos de técnicos sin consensuar con los delegados y el consiguiente enfado de, entre otros, Juancho Ortiz y Jacinto Muñoz, se une una supuesta crisis con el socio de La Línea, Juan Franco, nada contento con la agilidad en la gestión y por ello fuerza el intento de incorporación de Alejandro Bernal, que fuera director de esa área de Irene García y que si se confirma su nombramiento llevaría los asuntos de Franco desde Presidencia. Fue defenestrado, como lo fue Jesús Solís, por esa estúpida manía política de fulminar a profesionales por haber sido importantes bajo el mandato de otra sigla política sin tener en cuenta su capacidad y, claro está, eso se termina pagando.
El PP, al menos eso parece de momento, pone freno a la crisis en la Macomunidad del Campo de Gibraltar tras los incumplimientos con Los Barrios 100x100, a quien prometió inversiones por 3,5 millones de euros al año y con quien ha concretado diez en cuatro años tras la quinta reunión, esta vez de Romaní, que se vio con la alcaldesa en funciones para evitar una ruptura ansiada por el alcalde de San Roque, Ruiz Boix, que se relame de gusto ante sendas crisis populares. Esta tensión innecesaria es muy criticada internamente por pesos pesados como José Ignacio Landaluce, alcalde de Algeciras, que desesperado ha llamado estos días para que arreglen el desaguisado y lo hagan antes de que sean demasiado evidentes las grietas de gestión de un PP que podría perder una Mancomunidad vital para el desarrollo de la gestión pública de la comarca, no en vano dentro de la misma está Arcgisa y de ella dependen tanto los residuos como la gestión del ciclo integral del agua para todos los municipios. Inquieto con el desarrollo de la negociación ha estado, está, José Manuel Alcántara, director general de la misma, cabeza pensante de todo aquello y no precisamente cercano del socialismo sanroqueño.
Se arreglará como se arreglarán, pero ya veremos a qué coste, las huelgas que tímidamente asoman en Jerez tanto en Las Calandrias, donde el ambiente laboral se caldea por días, como en la UTE de la limpieza, donde aseguran que Pelayo les prometió en campaña un incremento salarial del 15 por ciento que puede verse elevado hasta el 25 a través de diferentes complementos y como los sindicatos han visto que la alcaldesa está dispuesta a pagar con tal de no perder paz social, aprietan y más que lo harán al ayuntamiento que es quien tendrá que hacer frente a este incremento salarial. Elevar entre un 15 y un 25 por ciento la masa salarial de unos 400 trabajadores de la limpieza y recogida de la basura no es asumible, menos un gobierno tan endeudado como el de Jerez y que, pese a ello, acaba de firmar tres convenios laborales inasumibles económicamente; el del servicio de ayuda a domicilio, con un complemento nuevo mensual de 103 euros/empleada y que supone un incremento de coste de 1,5 millones en 2024, por encima del tope fijado por la Ley de Presupuestos; el de los autobuses, que incrementa el gasto este año en unos 300.000 euros; el de la plantilla municipal, que aumenta los gastos de personal en unos 5 millones por mejoras como reducciones de jornada, que suponen un coste, nuevas gratificaciones a tanto alzado y, sobre todo, al regalarle al personal municipal una paga de casi 2.200 euros por empleado al año para indemnizarles por ir a trabajar, medidas que no cumplen con las leyes, no tienen presupuesto y, el tiempo dirá, si dinero para pagarlas. Aún no se conoce qué opina la intervención municipal en su responsabilidad de órgano de control y de fiscalización de los tres convenios laborales que en este año aumentan los gastos en unos siete millones de euros y en los años venideros los subirán aún más. Junio viene con las elecciones europeas, hace falta paz social y los votos de varios miles de familias jerezanas para que Bruselas sea un buen destino. Lo que ocurra luego con la economía municipal serán otras historias a lidiar por quienes tengan que hacerlo.
Y si en el PP el ambiente es tenso, en el PSOE nadie esconde que ha sido inaugurada de manera oficial la temporada de caza. En primer tiroteo se pudo disfrutar en el comité provincial del pasado lunes celebrado en Benalup, donde el PSOE gaditano se citó para comenzar a debatir lo suyo. Y lo suyo es, entre otras cuestiones, si su actual secretario general lo seguirá siendo o si una nueva mayoría toma forma y si realmente tras ella pudiera estar el respaldo de Juan Espadas e, incluso, de Santos Cerdá, que tras lo acontecido con el nombramiento de Blanca Flores –a quien quieren poner de jefe de gabinete a Ángel González, pero una incompatibilidad denunciada por el alcalde de El Puerto frena su nombramiento- no sería de extrañar. Están los de Ruiz Boix, por un lado, los que vienen de apoyar a la anterior secretaria general Irene García, de otro, y la gente de San Fernando con López Gil a la cabeza que por diferentes cuestiones parecen más enfrentados al actual secretario general más que otra cosa. El PSOE de Cádiz es un hervidero y, hay que reconocérselo, son únicos cuando les llega el momento de matarse, lo hacen de manera ordenada, sin salpicar. Se juntan todos en cónclaves, como en Galicia, donde hubo diferentes refriegas públicas como la de Moscoso y Mario Jiménez, que también anda de tensa refriega en Huelva con María Márquez, por el exceso, quizás, de ribeiro y otros brebajes que el cuerpo del alcalde payoyo no absorbió del todo bien. “Yo soy el poder”, decía entre sorbo y sorbo.
Fran González seguirá en la Zona Franca porque en Madrid, entre otras cosas, ha molestado mucho el movimiento desde aquí para promover su cese, ni a Santos ni la ministra Montero ha gustado y, mucho menos, a Fran, que enemistado a muerte con los romanes -que disfrutan estos días tras haber cesado a Cristina Saucedo vía Madrid- se entiende ahora con López Gil, la vida misma. Nando es un fajador nato, trabajador de la política incansable y está sumando piezas para hacer un puzzle bonito donde La Isla luzca con poderío.
Es el momento de los fontaneros, en todos los sitios. Algunos le llaman la revolución de los fontaneros, otros minimizan su importancia, los eliminan, cesan y sustituyen por figurantes. Qué error tan grande. No hay nada más importante que tener a mano especialistas que saben arreglar un derrame.