El trastorno depresivo o la depresión, más usualmente llamado, es uno de los trastornos mentales más comunes de nuestro país, siendo en la actualidad una de las problemáticas a la que nuestra sociedad se tiene que enfrentar y que su incremento empieza a ser preocupante por las consecuencias que acarrean a nivel personal, familiar, social y laboral.
Según la OMS, “la depresión es un trastorno mental frecuente que se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración”. Dichos síntomas son percibidos por muchos como síntomas de debilidad, un error absurdo que crea cierto rechazo a la hora de hablar sobre ello, siendo la comunicación una de las necesidades imperiosas para solventar estos episodios.
En España, cerca de 3 millones de personas han tenido o tienen algún tipo de episodio depresivo y unas 250 mil personas acusan este diagnostico de forma grave, un hecho que debería poner en alerta a la sociedad, dado que incide notablemente en las tasas de mortalidad y morbilidad, además de ser la causa principal de incapacitación. Hablar de la depresión aún sigue siendo tabú para muchos y deberíamos dar mayor visibilidad a dicho trastorno mental, evitando esas confusiones que suelen crearse con la tristeza, la dejadez e incluso el desinterés o pasar por una mala racha o etapa. La depresión es todo eso y más, y afrontarla no es tarea fácil, cuanto más, si existen estigmas descalificativos impropios ante este tipo de patologías, por las que, de una u otra manera, pasaremos un porcentaje muy alto de personas de esta sociedad.
Para no perder la objetividad, sigamos con los datos, y cabe resaltar el aumento considerable de los antidepresivos, que se elevan en un 50% en esta última década, un hecho que empieza a ser insostenible, sobre todo por incidir en aquello que se ve y no entrar de lleno en las causas, para lo que se necesitan un mayor número de profesionales de la salud, que no son suficientes para dotar de atención a los millones de españoles que sufren trastornos mentales, de los que la depresión es una de las patologías con mayor número de pacientes. Pero más allá de los datos, de los porcentajes y cifras de encuestas, debemos centrarnos en nuestra aportación como parte de esta sociedad exigente, hiperactiva, dominante y en constante evolución. Debemos asumir que somos parte de un problema al igual que debemos asumir que somos parte de la solución, que nadie está exento de sufrir esta enfermedad que asola a nuestro país.