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Lo que queda del día

La nueva obra maestra de Pixar (29 de agosto)

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Pixar vs. Dreamworks

En la pugna por el reinado dentro de la animación digital no hay color: la Pixar sigue siendo la número uno indiscutible. La mayoría de productos que se estrenan  a lo largo del año obtienen buenos resultados porque se dirigen a un público muy numeroso y muy concreto, pero a la hora de entrar en detalles de índole artístico la palma se la lleva la compañía albergada por la Disney. Dentro de esta carrera por ostentar el cetro, la Dreamworks -propiedad de Steven Spielberg- es la única que mantiene un nivel de producción a la altura de las circunstancias, respaldado por el éxito de su vellocino de oro, Shrek, al que terminarán recurriendo de nuevo si las alternativas siguen sin alcanzar el eco esperado. Ni Bee movie ni ahora Kung Fu Panda son proyectos sólidos con los que desbancar a los creadores de Toy story; si acaso llegan a cumplir el trámite de ofrecer una película digna, con una ejecución visual excelente, pero carentes de los criterios artísticos y narrativos con que están envueltas todas las historias creadas hasta la fecha por Pixar, que al ritmo de una película por año ha demostrado el talento excepcional de sus diferentes equipos de trabajo: en cualquiera de sus películas, con sus lógicos altibajos, encontramos alguna secuencia digna de formar parte de cualquier antología sobre la Historia del Cine. Este verano tenemos la oportunidad de contrastar la situación enfrentando los estrenos de ambas compañías: Dreamworks con Kung Fu Panda y Pixar con Wall E. La principal diferencia entre ambas radica en que la primera es una más dentro del catálogo de temporada de Dreamworks, sin otra aspiración que la de hacer pasar un rato entretenido a niños y familiares, mientras que la segunda asume un compromiso artístico de primer nivel, tanto a nivel autorial como argumental. Las diferencias llegan a tal extremo que podemos encontrarlas incluso en los prolegómenos de la proyección: lo mejor de Kung Fu Panda es el trailer previo de Madagascar 2, mientras que Wall E nos deleita con una joya más entre los cortos de la Pixar, Presto, sobre un prestigioso mago, su conejo y la chistera -absolutamente magistral-.

Wall E, la nueva obra maestra de Pixar

Tenía mis reservas hacia la nueva creación de la Pixar: ¿la historia de un robot del siglo XXII, único superviviente en el planeta Tierra, programado para recoger la basura acumulada en las calles? Pero, como ocurre con otras de sus imprescindibles películas, nada es lo que parece y el resultado final es deslumbrante, cautivador y emocionante, todo lo que debemos exigirle a cualquier película. La clave vuelve a estar en el talento procedente de tres niveles fundamentales en el proceso creativo: el artístico, el cinematográfico y el tecnológico, pese a que la mayoría de los espectadores sólo tengan en cuenta el tercero de ellos, el que hace posible la recreación animada en tres dimensiones con una verosimilitud cada vez más apabullante. En el plano artístico, Pixar sigue bebiendo de la fuente de los grandes autores de la Historia del Arte, inspirándose en ellos para construir muchas de sus secuencias, mediante un compromiso cercano al de los primeros artesanos de Hollywood y al que la propia Disney ha mantenido desde su incursión en el mundo del largometraje. En el caso de Wall E, el compromiso artístico no es sólo patente, sino que además se convierte en un homenaje al desarrollo de las tendencias pictóricas a lo largo de la historia de la Humanidad, desde las pinturas rupestres hasta el diseño informático, como queda patente en la secuencia de los títulos de crédito finales, que viene a subrayar asimismo las excelencias y virtudes del hombre como reconocimiento a su capacidad para cambiar las cosas y contribuir a la belleza, no sólo a la destrucción. Es el mensaje de esperanza con el que concluye una película que a nivel cinematográfico vuelve a deslumbrarnos desde una puesta en escena envidiable que vuelve a depararnos otros momentos memorables, como el de Eva (la robot de última generación) cuando descubre todo lo que Wall E hizo por ella mientras permanecía en modo de espera en la Tierra, o la tensión dramática acumulada en el último cuarto de hora de película. Momentos que se suman a otros inolvidables como el del crítico gastronómico de Ratatouille en la escena en que se retrotrae a su infancia al probar la nueva receta del restaurante, o la del viejo reparador de muñecos en Toy Story 2. El filme, por otro lado, sigue la decidida vocación de rendir homenaje a los grandes creadores, y en esta ocasión toma como referencia al Chaplin de Tiempos modernos, tanto por la condición de película sonora aunque casi sin diálogos, como por la trascendencia argumental en la que se posiciona. En definitiva, absolutamente maravillosa.

Nuevo remake de Ultimátum a la tierra

En 2009 se estrenará la nueva versión de uno de los grandes clásicos del cine de ciencia ficción de la Guerra Fría, Ultimátum a la tierra, dirigida en 1951 por Robert Wise, y primer ejemplo de historia sobre extraterrestres con buenas intenciones. Si en la cinta original Michael Rennie y Patricia Neal eran los protagonistas principales, en esta ocasión harán lo propio Keanu Reeves -como el enviado espacial- y Jennifer Connelly -como la joven que lo acoge en su casa tras infiltrarse entre los humanos-. El caso es que la Warner no salió muy bien parada de su reciente adaptación de otra de las grandes obras de la serie B de ciencia ficción del mismo periodo, La invasión de los ladrones de cuerpos, rebautizada ahora como Invasión y protagonizada por Nicole Kidman, por lo que cabe ponerle todas las reservas a un nuevo trabajo que, eso sí, parece que no ha reparado en gastos para hacer más espectacular la llegada del nuevo emisario a Washington.

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