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Viernes 22/11/2024
 
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Andalucía

Mi hijo ve porno: ¿Tengo que preocuparme? ¿Qué puedo hacer?

Seis de cada diez adolescentes consumen pornografía de forma frecuente, aunque el primer contacto suele producirse mucho antes, entre los 8 y los 12 años

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  • Una persona con el teclado de un ordenador. -

Por una cuestión de estadística, los padres con hijos menores de edad tienen motivos sobrados para sospechar, si no lo saben de forma fehaciente, que su hijo o su hija ven porno, lo que invita a plantearse: ¿Tengo que preocuparme? ¿Qué puedo hacer?

Según datos de la Fundación Fad Juventud, seis de cada diez adolescentes españoles consumen pornografía de forma frecuente, aunque el primer contacto suele producirse mucho antes, entre los 8 y los 12 años.

Sin embargo, nueve de cada diez padres desconocen que sus hijos e hijas ven porno.

Expertos participantes en un congreso en Tenerife advierten a EFE del peligro de consumirlo a edades tan tempranas, no tanto por la necesidad de satisfacer su curiosidad, sino por su alto contenido de imágenes agresivas y violentas, que pueden acabar siendo su único referente, distorsionado, en sus relaciones sexuales.

Claridad y empatía

José Luis García, doctor en Psicología y sexólogo, aboga por que los padres hablen abiertamente, con empatía y sin juzgarlos, con sus hijos, porque "todos los niños necesitan conocer una serie de hechos sexuales básicos, mínimos, para comprender su cuerpo, su desarrollo, sus sensaciones, emociones, sentimientos".

"El silencio, la ignorancia, no traen más que problemas sexuales", y si los padres no responden a estas preguntas "irán a buscarlas fuera", advierte García.

Esto implica un riesgo: que aprendan de un entorno con posturas imposibles, donde no hay besos, seducción ni ternura y el condón "es invisible", lo cual relaciona este experto con el repunte de las enfermedades de transmisión sexual.

Pero "el mensaje más perverso", advierte, es el de la mujer sometida a los deseos del hombre, sugiriendo que "la violencia sexual es erótica, que el chico debe ejercerla sobre la chica y a ella le gusta que la vejen, humillen y maltraten".

Esther Torrado, socióloga y directora del grupo de investigación sobre violencia sexual Viosex, indica que los chicos "son incapaces de diferenciar lo que es la sexualidad de la violencia. Tienden a erotizar la violencia, y eso es un grave problema".

Oleada de violencia sexual

"Hay que establecer algún límite ético, moral, no moralista ni antisexo", pero hacerles ver que "lo que menos hay en la pornografía es sexo: hay dominio, prácticas que tienen mucho que ver con fenómenos delictivos, como las mal llamadas manadas", apunta Torrado.

José Luis García vaticina una futura oleada de agresiones sexuales asociadas al creciente consumo de contenidos violentos, desde relaciones a cambio de dinero, bajo chantajes o amenazas, en las que se provocan estados de inconsciencia, sumisión química, chicas borrachas, o abuelos con nietas o padres con hijos.

Guillermo Cánovas, director del Observatorio para el uso saludable de la tecnología EducaLIKE y director del centro de seguridad en internet para los menores en España, advierte de los efectos de la adicción al porno, equiparable a otras como al móvil, los videojuegos o las redes sociales.

Todas ellas tienen en común la sobreestimulación: "Llega un momento en el que el bombardeo de estímulos que reciben es tal que desarrollan tolerancia, se acostumbran a un nivel de estimulación, hasta que llega un momento en el que ese consumo regular y constante deja de ser satisfactorio. ¿Y qué es lo que hacen? Aumentar la dosis".

En el caso del porno, advierte Cánovas, "no solo aumentan la cantidad de consumo o el tiempo dedicado a ello, sino también el nivel de intensidad de los estímulos. Pueden comenzar por un tipo de pornografía más tradicional, por así llamarla, y terminar en cuestiones que en principio ni se habrían planteado ellos mismos o tal vez no les habrían atraído en un primer momento".

José Luis García tercia: "Antes de darse un beso, de haber hecho la más mínima aproximación de seducción, los chavales ya están hartos de ver porno violento y violaciones".

Por eso, hace hincapié en la importancia de prevenir, para que cuando vean esos contenidos "lo hagan con otra mirada, con una visión saludable de la sexualidad y digan: a mí esto no me gusta, no me gusta que peguen, que vejen a una mujer".

Educación y legislación

Guillermo Cánovas aboga por afrontar el creciente consumo de la pornografía entre menores, que "por supuesto va a ir a más", desde la educación y la legislación.

"Tenemos un problema internacional desde hace muchos años, que es que no conseguimos que la industria de internet tenga que cumplir las mismas leyes que las que están fuera. No se les exige realmente un sistema de verificación de la edad para acceder" a determinados contenidos, analiza.

Esther Torrado pide un pacto de estado para impulsar medidas de ciberseguridad y de doble identificación, así como acciones punitivas contras las empresas que "permiten vídeos de menores y el consumo por parte de menores".

José Luis García admite que luchar contra la industria de la pornografía "es muy difícil, pero no podemos darle todo el poder -dice-. Hablamos de una generación entera, del futuro sexual de una generación entera, de niños pensando que la violencia sexual es normal y que a las chicas les gusta", avisa.

Y lanza otra advertencia: "Es muy probable que las adicciones a las pantallas, a las apuestas online, al porno, a las redes sociales, van a necesitar batallones de psicólogos para atender tantos problemas en los próximos años. Ya vamos tarde. Tenemos que actuar. Muchos de nuestros chicos ya sufren las consecuencias". 

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