El título séptimo del reglamento del Parlamento de Andalucía contempla que, con carácter anual, el pleno de la cámara debe celebrar el debate sobre el estado de la comunidad, que incluye presentar propuestas de resolución. El último de los celebrados, en el que por cierto se aprobó reclamar la gestión de los trenes de cercanías, tuvo lugar el pasado mes de noviembre. Una
fórmula descafeinada, pero muy similar en su desarrollo, es lo que hemos vivido esta semana en el antiguo Hospital de las Cinco Llagas bajo la denominación: debate general sobre la situación de Andalucía, que no contempla las mencionadas propuestas de resolución ya que deben ser debatidas, y en caso de ser aprobadas, remitidas al consejo de gobierno.
En cualquiera de los dos casos, el formato es
tedioso. Incluye tiempos tasados que se reparten el presidente andaluz y, de menor a mayor representación, los portavoces de los grupos parlamentarios con la consiguiente réplica del jefe del Ejecutivo y todo ello armonizado por el presidente de la Cámara. Los parlamentarios cumplen a pies juntillas el negro sobre blanco del
reglamento, texto que será reformado más pronto que tarde (espero) si atendemos a la voluntad de Jesús Aguirre, quien reclama una modernización de un reglamento que, considera, obsoleto. No le falta razón. El formato de los debates generales sobre Andalucía deberá estar incluido en esa reforma para hacer más atractiva y ágil la forma en que discuten los diputados y, en consecuencia, llegue con más facilidad a los administrados.
No se trata de convertir un debate parlamentario en
un espectáculo. Intervenciones más cortas e interpelaciones inmediatas pueden mejorar la forma sin afectar al fondo del mensaje que nuestros representantes quieran trasladar. El contenido de lo escuchado durante las últimas 48 horas en el Parlamento andaluz tampoco ha sido un dichado de virtudes. Nada nuevo bajo el sol. El presidente Moreno, con su caballo de batalla de la financiación con el que justifica la mayor parte de las carencias en la comunidad; y la oposición destacando que el problema no son los fondos que llegan a San Telmo allende Despeñaperros sino la gestión del consejo de gobierno. Da la sensación, en cualquier caso, de que este tipo de debates se ha convertido en un mero trámite a superar con la
participación de sólo 6 de los 109 diputados.