El Llanillo no renunció a su Viernes Santo
En medio de la intermitente llovizna, los pasos de la Cofradía del Dulce Nombre recorrieron la Carrera de las Mercedes
Las predicciones no auguraban nada bueno para este Viernes Santo, pero eran muchos los que mantenían la esperanza de que finalmente no se cumplieran. Pero la mañana había amanecido oscura, y a medida que avanzaban las horas no fue sino a peor. Ante semejante panorama, se optó por "llanear", pues, como no podía ser menos, una numerosa muchedumbre se había congregado por el recorrido que, en circunstancias normales, concentra esa gran escenificación que, año a año, constituye la esencia más genuina de toda la Semana Santa alcalaína.
A mitad de camino, sin embargo, los peores temores parecían materializarse, y la lluvia comenzó a hacer acto de presencia. En la misma confluencia de la calle Álamos, las finas gotas pasaban a convertirse en densa lluvia, por momentos, y los pasos de Jesús Nazareno, Nuestra Madre de Dios del Rosario, San Juan Bautista y la Mujer Verónica arreciaban el paso, nuevamente, hacia consolación, en lo que parecía ya una carrera desesperada.
Sin embargo, hubo unos minutos más de clemencia, y el público congregado pudo disfrutar de una comprimida versión de ese paso siempre ahogado de vítores e incluso lágrimas de la imagen de Jesucristo portando la pesada cruz por el Llanillo, antes de volver bajo el manto protector de Consolación, ante la incesante llovizna.
A mitad de camino, sin embargo, los peores temores parecían materializarse, y la lluvia comenzó a hacer acto de presencia. En la misma confluencia de la calle Álamos, las finas gotas pasaban a convertirse en densa lluvia, por momentos, y los pasos de Jesús Nazareno, Nuestra Madre de Dios del Rosario, San Juan Bautista y la Mujer Verónica arreciaban el paso, nuevamente, hacia consolación, en lo que parecía ya una carrera desesperada.
Sin embargo, hubo unos minutos más de clemencia, y el público congregado pudo disfrutar de una comprimida versión de ese paso siempre ahogado de vítores e incluso lágrimas de la imagen de Jesucristo portando la pesada cruz por el Llanillo, antes de volver bajo el manto protector de Consolación, ante la incesante llovizna.
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