Asientos vacíos

Publicado: 15/11/2024
Ser concejal no es una obligación, pero sí un cargo que requiere de un compromiso y una acción diaria
Una de las mayores dudas existenciales por las que pasan muchas personas a día de hoy está en los grupos de Whatsapp. Por la cabeza vuelan preguntas como “¿ahora cómo me salgo yo de aquí sin que quede mal o moleste?”, algo que puede ocurrir tanto cuando se ha perdido el interés en el contenido de lo que en él se habla, si se entiende que se ha cometido un error al querer estar dentro o si se ha terminado formando parte de él de manera imprevista.

Ante eso, las soluciones que suelen terminar desarrollándose son variadas, empezando por silenciar el grupo y no prestar atención o entrar, esporádicamente, para leer sobre algo que se esté comentando aunque no contestando a nada, estando pero sin estar. En otras ocasiones, cada cierto tiempo, quizás se pone un mensaje porque interese, por lo que sea, recordar que la presencia se mantiene, pero no se vuelve necesario ir a más. No hay que implicarse tanto.

Si planteáramos los consistorios municipales como grupos de WhatsApp, a veces, esto parece ocurrir en los salones de plenos de muchos ayuntamientos. Quizás, hasta en el de Jaén.

Lo curioso es que, para formar parte de un salón de plenos, se ha debido solicitar previamente un asiento. No se entra sin querer, precisamente, en la lista de un partido político para unas elecciones. Hay un interés manifiesto que se ha debido de ratificar en más de una ocasión.

Aún así, a algunos miembros de estas salas parece que se les plantean estas situaciones, como si ahora no supieran cómo salir de ellas. Las opciones por las que se optan son parecidas a las de WhatsApp si no se encuentra la manera de salir del enredo en el que se han metido ante la responsabilidad que acarrea esa posición.

Estando sin estar, sentados sin hacer mucho ruido y, simplemente, esperando a que la sesión plenaria, que solo tiene lugar una vez al mes y muchas no duran demasiado, pase rápido. Aguantar el tirón, básicamente, hasta que acabe la legislatura. Así, al no marcharse no se molesta nadie.

Eso en las que están, porque hay otras, no tantas, pero que suceden, en las que ni siquiera se encuentran presentes.

Entrar al grupo para leer pero no contestar a nada o tenerlo silenciado, son algunas de las opciones por las que se ve van rotando. Habría que pedirles un ejercicio de reflexión. Entender la posición que ocupan y la confianza otorgada por los votantes de cara al desarrollo de un proyecto que se ha prometido poner en marcha. Además, forman parte, en teoría, de mesas de debate en las que se decide el futuro de la localidad, no es moco de pavo.

Ser concejal no es una obligación, pero sí un cargo que requiere de un compromiso y una acción diaria. Si no existe interés ya, mejor abandonar el grupo y no silenciarlo. Permitir que se ocupen los asientos vacíos.

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