"¿Qué me quieres, loco amor? ¿Qué me quieres? Pero dirás que no fuiste tú sino tu sombra, que detrás venía”. Así clamaba la condesa de Belflor en El perro del hortelano (Lope de Vega) ante la intención de Teodoro de marcharse. La alusión a la sombra era (y en algunos lugares sigue siendo) una forma común de expresar incredulidad cuando alguien negaba haber cometido un hecho concreto aunque su implicación pareciera evidente. Y fue lo primero que pensé el viernes tras ver las noticias sobre la comparecencia de Carlos Mazón en las Cortes Valencianas. Una comparecencia sin disculpas, sin asunción de responsabilidades y en la que se puso en marcha el ventilador para apuntar a todas partes sin entonar un mea culpa.
El Partido Popular se debate entre la infamia de negar lo evidente o hacer caer a su presidente autonómico, con el daño que eso haría a su estrategia partidista. Incluso han vuelto a mear sobre su cacareado patriotismo torpedeando el nombramiento de Teresa Ribera como comisaria y vicepresidenta del gobierno europeo de Von der Leyen. Más que un bloqueo, parece que sólo será un retraso; retraso que va a retrasar la tramitación de fondos europeos para ayudar a la reconstrucción de las zonas afectadas por la DANA. Si ya es mezquino andar con cálculos electorales en medio de una tragedia, imaginen ustedes cómo podríamos calificar los palos en las ruedas de las ayudas a esas familias que lo han perdido todo. “Pero dirás que no fuiste tú sino tu sombra, que detrás venía”.
La guerra entre los bulos y la información se sigue librando en los medios y en las redes. Echo de menos los tiempos en que las tragedias traían unidad ante un enemigo común, que era la calamidad en cuestión que hubiera que enfrentar en ese momento. Sin embargo, ahora son el caldo de cultivo perfecto para esparcir odio, desinformaciones para sustentar ese odio y la capitalización de ese odio con fines (una vez más) partidistas. Que la derecha y la ultraderecha están detrás de todo esto es evidente, no hay más que ver los contratos de publicidad institucional que ha habido con Javier Negre o Eduardo Inda, por poner un par de ejemplos. Sin embargo, es de traca que los recientemente desmontados Íker Jiménez y Rubén Gisbert estén ahora amenazando con ir a por quienes les han desmentido y que no haya consecuencias para quienes quebrantan nuestro derecho a recibir información veraz. “Pero dirás que no fuiste tú sino tu sombra, que detrás venía”.
En resumen, todo sigue igual sin que pase nada nuevo. Ya se vio con el 11-M, con la crisis de 2008, con el metro de Valencia, el Yak-42, el Alvia de Santiago, Madrid Arena, las residencias madrileñas y lo que se me quede en el tintero. Aquí no pasa nada pese a que los responsables vean venir el marrón y lo despejen practicando el fútbol de Clemente (patadón y tentetieso). El viernes, Carlos Mazón no hizo sino escribir una nueva página en la historia de la infamia que es huir de las responsabilidades para las que fue elegido y por las que tampoco está nada mal retribuido. Que si las alertas no llegaron pese a que la AEMET estuvo avisando una semana entera; que si el tráfico motivó su retraso en llegar a la CECOPI aunque el restaurante donde comió durante cinco horas estuviera a ocho minutos; que si la Confederación Hidrográfica del Júcar no alertó (suma y sigue)... “¿Qué me quieres, loco amor?...”.