Uno, que presume de ser barjuanista desde hace muchos años, tiene en el revuelto con patatas del mítico local de la Pescaderia Vieja una de sus grandes debilidades.
Soñaba hace unos días con el gran Faustino. Que coincidíamos en la calle Consistorio y me llevaba del brazo hasta su querencia. Al despertarme comprendí que se había tratado de mi imaginación, porque desgraciadamente ya va para tres años sin uno de los grandes de la hostelería. Pero me rebelé y le dije a mi hija que me recogiera ese día al mediodía en la radio para invitarla a comer.
Nos dirigimos hasta el Juanito por la calle Larga, con parsimonia, como cuando lo hacía con Faus mientras nos deteníamos decenas de veces con unos y con otros antes de llegar a sus dominios.
Fuera, en la puerta del bar, estaban Carmen, su viuda, y su hija Rocío. Como si todo estuviera previsto. Qué orgulloso estaría de las dos el patriarca. La madre, por su lealtad y compromiso al pie del cañón. Al pie del cañón a pesar de lo mucho pasado y de los años. La hija, porque de casta le viene al galgo y porque demuestra cada día que sabe del oficio que lleva en la masa de la sangre.
Entre ensaladillas rusas de las de siempre, berza, costillas en adobo y un fabuloso guiso de habas con puntillitas se abre paso el revuelto definitivo. Con sus papas fritas cortadas en finas rodajas y en su punto de sal y esos huevos rotos envoliéndolo todo. Así de sencillo y así de difícil de igualar.
BAR JUANITO. Calle Pescaderia Vieja, 8-10. 11403 Jerez, Cádiz.