La Unión Europea ha situado la exploración y extracción de minerales estratégicos como una prioridad para reducir su dependencia del exterior y garantizar el suministro de materias primas esenciales. Para ello, Bruselas ha anunciado recientemente la flexibilización de ciertos requisitos ambientales, una medida que ha reavivado el debate sobre qué minerales deben considerarse críticos.
Es el caso de la potasa, que sigue sin figurar en la lista de materias primas fundamentales, a pesar de su papel clave en la producción agrícola y su reconocimiento como recurso estratégico en otras regiones. Sin ir más lejos, la Casa Blanca ha elevado recientemente su categoría al mismo nivel que “el uranio, el cobre o el oro”, en un movimiento que contrasta con la postura de la UE..
Considerado como un nutriente esencial en la formulación de fertilizantes agrícolas, la potasa desempeña un papel insustituible en la producción de alimentos. Tanto en la mejora de la resistencia de las plantas ante posibles plagas, como en la optimización de la eficiencia en el uso del agua. Sin embargo, y según un estudio publicado en Nature Food en 2024, aproximadamente el 20% de los suelos agrícolas del mundo sufren una deficiencia grave de potasio, con regiones como el sudeste asiático (44%), América Latina (39%) y el sur de Asia (30%) enfrentando escaseces aún más críticas.
"El acceso al potasio es vital para que los agricultores puedan mantener el rendimiento de sus cultivos", destaca Mark Maslin, profesor del University College de Londres y experto en cambio climático. Su homólogo y coautor del estudio, Peter Alexander, de la Universidad de Edimburgo, coincide en que esta carencia representa "una amenaza significativa" para la producción global de alimentos, como publica Sevimedia.
Dependencia exterior
Pese al contexto geopolítico que afecta los mercados globales de fertilizantes, la Comisión Europea sigue sin considerar la potasa un mineral crítico. Esta exclusión sigue generando desconcierto en sectores estratégicos como el agroalimentario y la minería. Especialmente tras el reciente anuncio de financiación europea para siete proyectos de extracción en España, de entre los cuales llama la atención la ausencia de Mina Muga, el principal proyecto minero del país. La paralización temporal de esta iniciativa, por un defecto de forma, impide el desarrollo de una producción sostenible que aseguraría 1 millón de toneladas anuales de este recurso y aliviaría la dependencia de Rusia y Bielorrusia.
"Europa no es autosuficiente en la producción de potasa y depende en gran medida de las importaciones para satisfacer su demanda", explica Manuel Regueiro, expresidente del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos (ICOG). Según el asesor técnico de la vicepresidencia de Asuntos Internacionales del CSIC, esta dependencia "no ha dejado de ir en aumento". Tanto es así que, en 2020, las importaciones de todas las formas de potasa en la UE alcanzaron su máximo histórico, con más de la mitad procedentes de Rusia y Bielorrusia, segunda y tercera mayores exportadoras mundiales, solo por detrás de Canadá.
La estrategia de la Comisión Europea para garantizar el acceso a minerales críticos representa una oportunidad para replantear el estatus de la potasa. En un momento en que la autosuficiencia estratégica se ha convertido en un asunto de seguridad nacional, la reconsideración de este recurso debería estar sobre la mesa.
"Europa se está quedando atrás, sin capacidad de reacción. No es competitiva, no es productiva, no tiene capacidad propia y depende de EE.UU. y China, entre otros mercados", concluye Manuel Regueiro, alertando sobre la necesidad de tomar medidas antes de que la brecha con otras regiones se haga irreversible.