La gastronomía y la fe se unen en uno de los productos más vendidos estos días.
La parroquia de Santa María Magdalena de la capital se ha convertido durante la última semana en el punto de encuentro de jienenses que apuestan por mantener viva una de las tradiciones gastronómicas, a la vez que religiosas, más conocidas en Jaén: la compra de las rosquillas de San Blas.
Voluntarios del grupo de catequesis, de la Cofradía de La Magdalena y de la parroquia se turnan estos días, en horario de mañana y tarde para vender bolsas de diez rosquillas al precio de un euro.
El producto está popularizado en las panaderías jienenses, pero los ciudadanos nos dudan en pasear hasta el barrio de La Magdalena para adquirirlas.
Hechas en Jaén, las rosquillas de la parroquia están bendecidas con una reliquia del santo, patrón de las enfermedades y dolores de garganta.
Sin diferencias de edad, por la parroquia pasan estos días jienenses de todas las edades, demostrando que generación tras generación la tradición se mantiene.
Al finalizar la novena en honor a la festividad de San Blas, la venta se ve incrementada. El próximo 3 de febrero se celebra la festividad de San Blas en la parroquia del popular barrio jienense.
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