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Sábado 16/11/2024
 
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Hablemos de alguien que se lo merece...

“A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota”. Esta cita de Teresa de Calcuta me sirve hoy para dedicar a mi hermano Manolo este artículo. Nunca me había atrevido, aunque no me han faltado ganas de escribir (...)

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“A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota”


Esta cita de Teresa de Calcuta me sirve hoy para dedicar a mi hermano Manolo este artículo. Nunca me había atrevido, aunque no me han faltado ganas de escribir sobre él, pero creo que ahora es el momento oportuno para hacerlo, para desde el cariño y la admiración, hablar de una persona tan especial en mi vida, para destacar esa sencillez y humildad que le caracterizan, su lealtad a las personas, a muchas, que nunca supieron respetar ni sus momentos de dolor, ni el haber dado la cara por ellos cuando lo necesitaron, pese a que más tarde no fueron capaces por su soberana codicia de hacer lo que sabían por derecho que le correspondía a él. Más de uno se sentirá aludido, pero eso es lo que tiene la conciencia.


Todo eso  ha pasado a un segundo plano, porque estoy convencida de que nadie se va de este mundo sin saber que ha pasado por él. A cada uno le llega su momento y a más de uno, seguro, que le llegará, tarde más o menos, sólo espero poder estar aún en este mundo para verlo. Pero ahora toca hablar de esa nueva etapa que va a vivir mi hermano Manolo. El domingo tomó posesión como Hermano Mayor de la Hermandad de la Salud y fue un acto emotivo, sencillo como lo es él. Estaban los que tenían que estar. Su familia, sus amigos y  los miembros de la nueva Junta de Gobierno que le toca presidir. Son personas jóvenes, trabajadoras, luchadoras y con ilusión.


Cuantas horas de trabajo a la sombra de quien hoy espero que sea su máximo apoyo, José Manuel Caballero, ha dedicado a esta querida hermandad, cuantas hora ha restado a su familia, sobre todo a su  mujer y sus hijas, pero esto no es una obligación es una vocación y él la tiene.


Me pregunto que habrán sentido esos ángeles que le guardan en el cielo y que se han perdido tantos momentos de nuestras vidas, de su vida. Doy por hecho que el mismo orgullo que todos los que le queremos sentimos no sólo porque sea Hermano Mayor de la Salud, su querida hermandad, sino por lo grande que es, por toda su trayectoria, porque se merece lo mejor que la vida le pueda deparar, y tanto en lo bueno como en lo malo ahí esteremos siempre, a su lado.


Sé de sobra que quien no le quiere bien dirá que escribo desde la parcialidad de ser su hermana, pero estoy segura que de que la inmensa mayoría de la gente que le aprecia compartirán conmigo este pequeño homenaje para alguien tan especial, que por su humildad se puede sentir como si fuese una sola gota en el mar, sin saber que el mar sería menos si le faltara esa gota, si él no estuviese.

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