Italia arde en verano. Paul conoce a un pintor llamado Frédéric que está profundamente enamorado de su pareja, la bella actriz Angèle. Paul acude a verla a un rodaje y se fija en otra mujer: Élisabeth. Las dos parejas deciden pasar unos días en Roma para conocerse mejor. Pero la aparición de otro personaje, Roland, provocará la ruptura de Angèle con Frédéric y el inicio de una tormenta de verano que tendrá consecuencias imprevisibles.
Lo primero que llama la atención es la forma de contar la historia, presentando a los personajes con voz en off y con una puesta en escena teatral, transmitiendo cierto aire intimista, bohemio, incluso melancólico. Deja que los sentimientos de los personajes vayan fluyendo de forma pausada y sin agobios, con un ritmo diametralmente opuesto al cine americano. Todo esto que puede ser sonar muy bien sobre el papel, a pesar de las buenas intenciones de Phillippe Garrel, tiene muchos momentos que llegan a ser soberanamente aburridos.
La película habla sobre los sentimientos de pareja, inseguridades, celos y las diferentes interpretaciones de lo que significa el amor. Nos muestra el conflicto interior de un pintor que hace del nihilismo su bandera y que eventualmente se refugia en la amistad. Como muestra de los valores que se quieren transmitir es la frase "la amistad no es como el amor, es mucho más". Sin embargo, el discurso fatalista del pintor se queda en un intento pretencioso que no transmite nada mas que indiferencia.
El silencio acompaña la mayoría de las escenas, dejando desnudas las actuaciones para que la interpretación de los actores llegue de una manera más auténtica, más pura y sin artificios. A veces, se deja acompañar por poco más que un piano para reforzar el dramatismo de una escena puntual. Únicamente en la fiesta se puede llegar a oir una canción, escena que en su conjunto, por la fotografía, por lo que transmite e insinúa, es de lo mejor del film.Los cuatro actores protagonistas defienden con solvencia sus personajes, destacando a Monica Bellucci y Louis Garrel sobre el resto. Monica interpreta a Angèle, una mujer infeliz en su matrimonio y que busca desesperadamente una solución a su situación. Belucci, bellísima como siempre, completa una de sus mejores actuaciones. Transmite y convence. Louis, por su parte, da vida a Frédéric, un pintor descontento con la vida en general y que juega continuamente con una doble moral para medir sus acciones y las de los demás. A Phillippe Garrel que ha jugado a crear un film con caracter experimental ronzando lo amateur, le tiembla la mano en la dirección de actores, que añadido a la la falta de ritmo y las lagunas del guión hacen que "Un été brûlant" se quede a las puertas de un aprobado raspado cuando podría haber sido mucho más.