Hoy es San Isidro y en Madrid es fiesta. San Isidro me recuerda siempre a mi abuelo en la tele. Mi abuelo Ricardo era muy de ir a los toros. Con puro y bien vestido. Y su abono en las Ventas era junto a Presidencia, así que cuando en la tele enfocaban al presidente, yo siempre veía a mi abuelo Ricardo. Yo pensaba que la tele se fijaba en mi abuelo, que tenía bigote y el pelo blanco, porque sabía mucho de toros. Y que por eso en el momento de decidir si se le daba la oreja al torero le enfocaban a él. El que sacaba el pañuelo blanco era otro, el que estaba un poco más abajo, pero que el que decidía realmente era mi abuelo Ricardo. Eso me decía mi madre.
Hoy tenía pensado hablar de San Isidro, de Madrid, de la plaza de las Ventas, de los chulapos, de los bocadillos en Las Vistillas y de la Ermita del Santo. Hoy tenía pensado hablar de que el otro día en casa comí con amigos y, aunque allí había gente de Murcia, de Cantabria, de Valencia, de Zaragoza y de Málaga, todos éramos de Madrid. Pero ya no voy a hablar de eso. Porque de repente he visto un video. Un video en internet. Un video de la guerra de Siria. Es un video en el que un hombre le arranca el corazón a otro. Y se lo come.
Eso es la guerra. Un hombre devorando el corazón de otro. Eso es lo que está pasando en Siria. Hombres comiendo hombres. Eso fue lo que pasó en la España del 36. Eso es lo que pasa en todas las guerras. Nuestros abuelos no lo han olvidado, pero nosotros sí. Nosotros hablamos de la guerra y decimos que es cruel. O injusta. O sangrienta. O necesaria. Hablamos de la guerra y oímos a la gente hablar de la guerra y decir esto y lo otro y lo de más allá. Analistas hablando en la tele. Daños colaterales. Acciones de castigo. Bombardeos selectivos. Rebeldes. Tropas fieles al régimen. Desplazados. Ayuda humanitaria. Guerra en Siria. Guerra en Somalia. Guerra en Irak. Guerra en la tele. Nosotros vemos todo eso y pensamos que la guerra es así. Que la guerra es la CNN.
En 1990 la cadena CNN ofreció la Guerra del Golfo vía satélite. Por primera vez se ofrecía la guerra en directo. Pero aquello no era la guerra. Aquello era un videojuego. La operación Tormenta del Desierto fue un videojuego para todos nosotros. Lucecitas en el cielo cayendo sobre Bagdad. Sin sangre. Sin gritos. Sin muertos. Aquello no iba a ser Vietnam. Nada de niñas corriendo entre el napalm. Nada de soldados buscando sus piernas. La guerra de la CNN era estética. Era limpia. Era tecnológica y era emocionante. Y la echaban por la tele. Era la guerra en directo. Como ir al cine. Como jugar a Call of Duty.
Pero la guerra es un hombre comiéndose el corazón de otro hombre. La guerra es Abu Shakkar arrancando el corazón de un soldado de Bashar Asad con el machete y llevándoselo a la boca. La guerra es Abu Shakkar jurando que hará lo mismo con todos sus enemigos. La guerra es así. Hombres matando y hombres muriendo. Y conviene no olvidarlo nunca. Pues eso.