Me llega el runrún de que en el PSOE local se podrían estar produciendo ciertos movimientos que yo me niego a aceptar, justamente porque no creo que alguien pueda pretender el regreso a estilos y comportamientos que acabaron como acabaron, es decir, con la derecha a lomos de una ciudad que convirtieron en pesebrera inmensa y laboratorio donde experimentan sus cada día más estrafalarias ocurrencias, siendo la última, y no la menor, esa especie de OJE llamada ‘Sherpandipity’ con la que querían acogotar a nuestros guías oficiales, que no lo están pasando precisamente bien.
O sea que lo que anda al cabo de la calle es que desde instancias próximas a la Ejecutiva regional socialista se le están tirando los tejos a Isa Aguilera para que encare la delicadísima recomposición de la agrupación local, amén de proponerla de number one en la lista consiguiente. Isa lo ha negado —y la creo— diciendo que se trata de uno de esos tantos rumores malintencionados como inundan la ciudad cuando nos vamos aproximando a unas elecciones para las que falta algo menos de año y medio.
Pero vivimos en Ronda, ciudad de tópicos y experimentos donde la política ya dio sorpresas, bodas, bautizos, funerales y disgustos de todo tipo y, bueno, en fin, que una vez puesto en danza el rumor ya no hay quien detenga la duda, los dimes y los diretes. Y precisamente dudas son las que sobran.
No podemos volver al jurásico donde banderías y personalismos ahuyentaron a los votantes y sacaron al PSOE del gobierno de la ciudad. Volver a ese lodazal sería tanto como recrearse en el propio fracaso. Ha llegado el momento de afrontar con argumentos y mucha prudencia el proyecto que llevó a la Secretaría General del PSOE andaluz a Susana Díaz. Y sobre todo transparencia para no volver a caer dos veces —¿o fueron tres?— en el error de poner a las personas antes que las siglas. Cualquier maniobra o estrategia que se urda a espaldas vueltas de la militancia, necesariamente acabará en otros cuatro años de oposición. El personal esta vez espera mucho más de los nuevos dirigentes socialistas y sobre todo de la habilidad de Francisco Conejo, que es el que debe posibilitar que las cosas se hagan bien y de manera inteligente. Así que luz y taquígrafos. Sería tan burda la renuncia al debate que me niego a aceptarla ni siquiera como hipótesis, ya digo.
Antes de pensar en personas lo que urge es recuperar un proyecto moderado en el que participen los ciudadanos, sólo sea por la necesidad de poner coto a las ocurrencias, despilfarros y desatinos a que las dos alcaldesas de la ciudad —y sus cada vez más numerosos júligans— nos van acostumbrando. Urge entonces fijar referentes entre el grupo municipal socialista —que ha sufrido su muy particular calvario en una soledad que les atañe a ellos tanto como a los demás— y el grueso de la militancia y, en todo caso, pasar página… Primero porque, hasta donde me cuentan, ya no hay sectores sino militantes con ganas de encomendarse a la tarea de recuperar un proyecto que, repito, frene al movimiento tardofranquista que hoy nos gobierna y que vive su dolce vita al margen de la realidad.
Con semejante runrún por las esquinas se explica el bamboleo que empieza a advertirse de un tiempo a esta parte tanto en el PP como en el PA. Se dice —me dicen por correo— que a medida que se aproxima el periodo preelectoral y comienza a hablarse de listas y posibles cargos de confianza, gerencias y demás canonjías, las sedes de los dos partidos se están convirtiendo en auténticos mentideros donde cada cual expone sus méritos. Vamos, que volteas un saco de navajas y cada cual conoce la suya por el ruido que hace al dar en el suelo.
Y es lógico. Y humano. Y comprensible. Con la que está cayendo y más de media España en paro, se entiende que los más ruidosos del PP y del PA busquen la sombra de alguna de nuestras dos alcaldesas, bien sea Maripaz, bien sea Isabel Barriga, con tal de seguir en el boquete en 2015 o echar al que está en tal o cual gerencia para colocar a deudos y parientes.