En la tradición de la literatura fantástica, las casas encantadas han sido un argumento recurrente para todos aquellos autores que se han acercado a dicho género. Ya en el siglo I, Plinio el Joven, nos ofrece en su “Epistolario”, su famosa “Carta sobre los fantasmas”. En ella, narra las peripecias de su amigo Atenodoro, que adquiere una casa sospechosamente barata donde se darán cita casi todos los elementos que más tarde han caracterizado a este tipo de relatos: la noche lúgubre, el hogar espacioso y enigmático, el ruido de cadenas y la aparición de un espectro atormentado en busca de su descanso eterno.
Desde entonces, autores como Edgard Allan Poe o el propio Stephen King, pasando por Lovecraft, Thackeray, Melville, Maupassant, Bierce y Henry James, han sabido enriquecer este ámbito de la literatura con numerosas fantasías espectrales de indudable maestría. Tal y como afirmaba Adolfo Bioy Casares, “las historias de fantasmas son tan viejas como el miedo”.
Uno de los escritores que mejor supo reflejar en su obra las raíces de este género fue el popular y prolífico Edward Bulwer-Lytton (1803-1873). Su cautivador quehacer, vuelve a gozar de presencia en nuestro país gracias a la admirable labor de la editorial Impedimenta rescatando auténticas joyas narrativas, como este relato titulado “La casa y el cerebro”. Arturo Agüero Herranz, que lo ha traducido con acierto al castellano, apunta en la introducción, que “se trata de una obra maestra de la literatura sobrenatural (…) porque reproduce con asombrosa fidelidad las vivencias de una pesadilla”.
El volumen en cuestión, narra las peripecias de un gentleman inglés que decide alquilar una casa encantada -de la que todos huyen despavoridos-, para pasar una noche junto a su criado y su perro. Allí, tal y como él esperaba, asiste a una serie de apariciones espeluznantes, y descubre, a través de unas cartas, que tal estancia, muchos años atrás, fue escenario de horribles crímenes. El secreto de todo ello, parece encerrarse en una habitación vacía. Conectada a ésta, surge la voluntad de un ser inmortal y perverso, quien ha creado y gobernado a distancia tan extraños fenómenos.
Edward Bulwer-Lytton nació en Londres y fue un niño delicado y neurótico, pero muy precoz: a los quince años ya había publicado un libro, “Ishmael and other poems”. Estudió en el Trinity College de Cambridge y frecuentó la alta sociedad en calidad de dandy. En 1831 fue elegido para el Parlamento, y poco después daba a la luz su obra más conocida, “Los últimos días de Pompeya” (1834). Convertido en un fecundo autor, publicó novelas, poemas, piezas de teatro y de historia. Sin embargo, relatos y narraciones como “Zanoni”, “A strange story” o “La casa y el cerebro”, demuestran que la literatura fantásticaera su verdadera pasión. Dignas de mención son asimismo sus contribuciones al género sobrenatural, pues al igual que otros muchos creadores de su tiempo, se interesó por el ocultismo y perteneció a sociedades secretas.
Oportuna edición, pues, que a buen seguro dejará encantados a los lectores que hasta ella se acerquen.