Diferencias en la UE por el nuevo modelo de supervisión financiera
Los ministros de Finanzas de la UE (Ecofin) comenzaron ayer a discutir sobre la reforma del sistema comunitario de supervisión financiera y, aunque todos están de acuerdo en que hace falta más integración, quedó claro que hay divergencias sustanciales entre los Estados y que el acuerdo está todavía
La Comisión Europea ha planteado, sobre la base de las propuestas de un grupo de expertos, establecer un nuevo órgano para vigilar la estabilidad del sistema financiero, apoyado en la estructura del Banco Central Europeo (BCE), y crear tres autoridades europeas para la supervisión del sector bancario, asegurador y bursátil.
Las autoridades nacionales seguirían encargadas, no obstante, de la vigilancia diaria de las actividades de las entidades y se pondrían en marcha equipos de supervisores para los grupos financieros transfronterizos.
Bruselas pretende que estos cambios estén ya en vigor en 2010 y, con ese objetivo, presentará a los Estados miembros una seria de propuestas legislativas en los próximos meses.
El ministro checo de Finanzas, Miroslav Kalousek, cuyo país preside este semestre la UE, destacó al término de la reunión que los Veintisiete coinciden en la necesidad de reforzar tanto la vigilancia macroprudencial en Europa como de revisar la estructura de supervisión, pero admitió que “hacen falta más discusiones sobre el modelo definitivo”.
La principal resistencia que se constató ayer fue la del Reino Unido, país que no pertenece a la zona del euro, a dar al BCE un papel central en el Consejo europeo para los riesgos sistémicos.
La delegación británica aseguró que comparte la necesidad de contar con un organismo encargado de preservar la estabilidad financiera, pero exige que los supervisores británicos tengan un papel relevante y no dar todo el protagonismo al BCE.
Este Consejo se dedicaría a recabar información y tendría que emitir alertas, que serían de obligado cumplimiento para las autoridades nacionales.
Por parte del BCE, su presidente, Jean-Claude Trichet, trató de despejar las reservas británicas al asegurar que el Banco no pretende suplantar a las autoridades nacionales, sino contribuir a mantener la estabilidad.
El vicepresidente segundo del Gobierno español, Pedro Solbes, mostró comprensión hacia la postura británica y, aunque consideró apropiada la idea de basar el Consejo de riesgos sistémicos en la estructura del BCE, apuntó que hay otras alternativas.
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