Un año más la Hermandad de la Borriquilla, ha puesto en las calles de Linares su estación de penitencia.
Este año el nuevo paso de misterio ha sido una de las alternativas que ha presentado esta cofradía en las calles.
Es sin duda un día del año muy especial, sobre todo porque esta cofradía ha logrado que cada Domingo de Ramos volvamos la vista atrás y nos adentremos en la propia historia de la entrada triunfal de Jesús de Nazaret en Jerusalén. La historia continúa viva, en los corazones de millones de cristianos, la historia se viste de gala en Linares en una mañana de alegría.
Precisamente Luis Álvarez Duarte dejó su sello personal en Nuestra Señora del a Alegría. Y son sus costaleras las que muestran a la Señora esplendorosa, guapa y llena de alegría. Qué gran mañana la del Domingo de Ramos, de palmas, de música selecta escogida minuciosamente por la Pasión, de sones que hacen diferente a esta mañana de domingo a cualquier otra.
Santa cena
Que gran honor para Linares que uno de sus hijos, Guillermo Francoso, ha compartido la última cena de Jesús de Nazaret en esta tierra.
El linarense Guillermo Francoso se ha reencontrado este pasado Domingo de Ramos con su propio trono, aquel que tallara y que con tanto orgullo disfruta esta tierra año tras año.
Que inmensa alegría que un artista de esta grandeza se haya unido a la pasión de Jesús de Nazaret según Linares.
Este año entre los estrenos de esta cofradía, figuraba el banderín de la banda de cabecera, el nuevo suelo en el que se posan las imágenes de Víctor de los Ríos y el lavatorio de los pies de los discípulos de Cristo. Fue una tarde de gran música cofrade, de panes, de miradas atentas al imponente paso de Guillermo Francoso, de ángeles pequeños que caminaban al encuentro del Señor, que gran tarde, no hay mejor expresión que la que vimos sobre el paso de Guillermo Francoso. El arte por bandera mano a mano entre Víctor de los Ríos y Guillermo Francoso, el arte unido en el majestuoso paso de la Santa Cena.
Que nadie se engañe, que ningún linarense se quede sin saber que en un palio blanco y entre “chicotás” apareció otro año más la gran Señora, la de la Paz, la joven Madre morena, tímida, guapa y llena de esplendor.
Que suerte la de las gentes de esta tierra. En ocasiones a veces pasamos desapercibidos y no nos damos cuenta de la belleza y del esplendor que ofrecen las imágenes y pasos de esta tierra.
Otro año más, otra tarde más pidiendo Paz con el pensamiento, llamando a las puertas del corazón de Nuestra Señora de la Paz, para que nos reciba siempre con su serenidad, con su amor y con su talante vivo de paz.
Que suerte tienen los linarenses de poseer en el templo de Santa María tan grandes obras de la Santa Cena y de Nuestra Señora de la Paz.
Que suerte tiene estas gentes de tener en su propia ciudad a una hermandad que las muestra durante horas por sus calles. Lo del pasado Domingo de Ramos por las calles de Linares no tiene precio, es un regalo de Dios.