A las siete y media de la tarde, la Inmemorial e Ilustre Cofradía del Santo Entierro de Cristo puso en escena el imponente Cristo Yacente de Víctor de los Ríos y a Nuestra Señora de la Soledad, esta última obra de Palma Burgos.
En esta ocasión, el respeto se hace aún más riguroso, representantes del Ayuntamiento de Linares, representantes cofrades de la Semana Santa, representantes de la iglesia linarense y un cortejo penitencial mentalizado del significado de la muerte de Cristo, hicieron posible una jornada de gran fe y devoción.
La Policía Nacional a caballo, los tambores de pellejo y los penitentes de la Hermandad del Santo Entierro son algunas de las características que engrandecen al Viernes Santo y a la Semana Santa de Linares. Igualmente, merecen un apartado destacado los componentes de la banda de cabecera de la Quinta Angustia, un Viernes Santo más han puesto notas musicales de gran nivel.
Tampoco se puede obviar al paso de Nuestra Señora de las Angustias, otra reliquia destacada de la semana mayor de Linares. Todo un complemento a esta gran Cofradía que expresa grandeza y recogimiento a la vez, seriedad y compromiso y sobre todo amor cofrade por lo que representan en las calles de Linares.
Que grandeza tiene el Viernes Santo en Linares, que no falte nunca el Santo Entierro pues perdería sentido la Semana Santa, que los cofrades de esta Inmemorial Cofradía continúen mostrando su inconfundible personalidad en la calle, porque es un honor para Linares.
Más no se puede expresar desde el respeto, desde la devoción y desde un Cristo .
La Soledad
Una vez concluida la estación de penitencia, Nuestra Señora de la Soledad salió en recogimiento riguroso por las calles de Linares.
Fieles y devotos acompañaron ala imagen de la Cofradía del Santo Entierro en una noche fría pero sencillamente grande.
Es el final de un Viernes Santo lleno de contrastes cofrades en su máxima Soledad.