Tengo un amigo que es algo narcisista y se pasa media vida sosteniendo la cámara o su móvil a todo lo largo de su brazo, con el objetivo apuntando a sí mismo. Hay quienes en el colmo de querer inmortalizarse orientan el ojo digital a un espejo incluyendo incluso un reflejo de flash.
Todo un catálogo de autofotos con los más diversos fondos y acompañados de los personajes más normales o estrafalarios. A la fauna humana le encanta contemplarse, verse y considerar que el mundo entero le mira y admira.
La moda del momento es hacerse fotos con los paisajes naturales o urbanos más increíbles y con la gente que más dé que hablar. A algunos ésta obsesión por el selfie, que es como se llama, les ha costado la vida al despeñarse, desnucarse o simplemente caerse al vacío.
Lo que nos parece algo nuevo y distinto está presente entre nosotros desde que existe la posibilidad de la fotografía, pero también desde siglos con la pintura ya que el personal en algún momento ha sentido la necesidad de autorretratarse.
Ocurre que ahora la cosa es distinta con esto de las nuevas tecnologías, ya que esto lo podemos hacer desde nuestros móviles o tabletas y subirla a cualquiera de las redes sociales, con lo que en breves instantes y si logramos ser originales nos podemos hacer famosos en todo el universo.
Según los distintos estudios consultados en lo que llevamos de este 2014 se tomaron alrededor de 880.000 millones de fotos, unas 123 por cada habitante de este planeta, y es probable que muchas sean “selfies”, lo que no deja de ser un síntoma más de una sociedad que tiende a despersonalizarnos.
Tal vez más que una moda, a esta actividad haya que prestarle más atención ya que si nos fijamos está cada vez más extendida en nuestra sociedad, y no dejan de ser sinónimo de egocentrismo y narcisismo o una catarsis social consecuencia de la necesidad de autoestima que tiene el personal.
Las personas que están seguras de sí mismas , no precisan de ninguna otra forma de afirmación , mientras que aquellas que tienen grandes carencias emocionales necesitan permanentemente que les digan los buenos y maravillosos que son y lo bien que lo hacen y si además se pueden inmortalizar con una autofoto , entonces es “lo más de lo más”
Aunque ese afán de autorretratarse y hacerse notar a través de las redes sociales es más propio de gente joven, cada vez con más frecuencia se va ampliando el abanico de la edad, porque hay más gente necesitada de que los demás aprueben su actividad o comportamiento, máxime en una sociedad en la que la imagen y lo visual son tan fundamentales y en ocasiones, si me apuran, hasta imprescindibles.
No piensen ustedes que queremos satanizar a aquella gente que tiene la saludable costumbre de compartir imágenes o diagnosticarlas como personas con un trastorno mental, nada de eso, pero lo que si nos preocupa cuando hay quienes están pendientes día y noche de repercusión y la respuesta que ha obtenido socialmente.
Estoy pensando en hacerme un selfie con cualquiera de los políticos que ahora están en el primer plano de la actualidad, pero no deseo asumir las consecuencias de una mala elección y que después tenga que acarrear las secuelas de haber salido en una foto indeseable, con sentimientos de incompetencia, inhibición social, cuadros depresivos y baja autoestima y todo por querer fotografiarme con un iluminado que pretendía gobernarnos. !Déjate! ¡Déjate!