El escritor afincado en Sevilla se refugia en la patria de la infancia y en su adolescencia
Manuel Domínguez Senra vuelve a Arcos de la mano de su obra literaria. Su poemario Oasis prohibido fue la excusa perfecta para regresar a la ciudad que le vio nacer en los años cuarenta del siglo pasado, y para reencontrarse con muchos de esos amigos salesianos que le acompañaron en su niñez y primera juventud. Afincado desde entonces en Sevilla, este señor que ha cabalgado entre el mundo de la banca y de la literatura, publica ahora su segunda obra, que con tanta expectación quedó presentada en la capilla de La Misericordia. La obra en cuestión está dedicada en gran medida a Arcos de la Frontera, “porque es el alma máter de todo su contenido”, en palabras del autor, que también reconoce que su poemario está “cargado de tristeza, de lucha contra sí mismo y el afianzamiento del yo”. Así se refiere a la adolescencia que tanto le marcó y que tan presente está en su obra. Manuel Senra, que así adopta su segundo apellido como el artístico, asegura que su recuerdo más vivo de Arcos es “el amor al pueblo”. Las primeras amables y cariñosas palabras de la velada fueron de la alcaldesa de Arcos, Josefa Caro, quien comparte con el autor una especial complicidad -la regidora fue miembro del grupo literario Calima-. De narrar la biografía del autor se encargaría un viejo amigo y colaborador, Antonio Murciano, quien ya corregía los sonetos de Senra cuando éste era un chaval. Así, el veterano escritor arcense desveló datos imprescindibles de “un hombre enamorado de las letras en su más amplio sentido”, autor de obras teatrales, ensayista, articulista en la prensa, fundador de revistas y de tertulias poéticas, creador de premios literarios y vicepresidente de la legendaria asociación sevillana Noches del Baratillo. El acto contó además con una lectura poética protagonizada por algunos miembros del grupo juvenil Plumabierta y otros escritores de la ciudad, caso de Cristóbal Romero y Juan Bosco Navarro, e incluso la hija del autor, el presidente de Noches del Baratillo y el delegado de Cultura, Rafael Barrios. Esta parte del acto quedó coordinada por el poeta Pedro Sevilla, quien apuntaría de ese Oasis prohibido que es “la historia de una infancia y una adolescencia; el niño que va descubriendo los cambios físicos y psíquicos que se le van desarrollando en esa etapa intermedia. Es un documento vivo, muy personal y al mismo tiempo colectivo, porque la historia de ese niño que describe Senra es la historia de los niños de aquella época”.