Desde hace unas semanas el casco antiguo de Arcos está alborotado. Algo ha puesto fin a la tranquilidad rutinaria de este barrio. Los culpables son unos nuevos vecinos llegados del extranjero para vivir en la ciudad una experiencia inolvidable en forma de concurso televisivo.
Aunque la productora no ha querido ofrecer demasiados detalles del programa, se trata de un reality show en el que seis parejas deben restaurar y adecuar un viejo caserón del conjunto histórico para convertirlo en lo que ellos llaman un bed&breakfast, en España un hostal. A esta tarea deben sumar el aprendizaje del español y distintas pruebas cada semana, para lo que cuentan con el apoyo de los vecinos.
Y es que desde el día de su presentación el contacto con los vecinos ha sido muy directo y cordial, acudiendo a ellos cada vez que les surge una duda, para conocer las tradiciones del pueblo o cuando necesitan algo para la casa. Como un vecino más. En señal de agradecimiento, la productora organizó una primera comida de convivencia en la Plaza del Cananeo, donde los participantes del concurso ofrecieron a sus nuevos vecinos una degustación de platos típicos de su país, así como una demostración de la música y sus juegos tradicionales para darse a conocer. Todo ello filmado para formar parte del montaje de un reality que emitirán después del verano.
Los residentes del Casco Antiguo están encantados con el proyecto, sobre todo con su momento de protagonismo ante las cámaras. Y es que son muchos los implicados en el programa, algunos bajo el más estricto secreto. Es el caso de Eli, de Alimentación Gutiérrez, donde cada día los concursantes hacen sus compras matutinas, aunque siempre que pueden también se escapan a la tienda para perfeccionar el idioma. Sobre todo compran pan integral, chacinas y mucho queso, y también se han adaptado bastante bien a la lechuga.
“Somos como su diccionario de consulta”, destaca Eli, pues acuden a la tienda tanto para preguntar una dirección, como una palabra o las cosas típicas de Arcos. Incluso les han enseñado a manejar la carretilla de la obra o a abrir la batea. Además, asegura que el barrio tiene ahora más movimiento, sobre todo de curiosos.
A Manolo Sánchez, vecino del barrio, le preguntaron un día ante las cámaras por la tradición en Arcos de la fiesta del Toro del Aleluya. Suele hablar bastante con ellos en la tienda, por lo que ha comprobado como ha evolucionado su dominio del español, aunque siempre procura hablarles “despacio”. Además, formó parte del jurado de un concurso fotográfico que organizaron a modo de prueba coincidiendo con la Semana Santa, en concreto con el Martes Santo, tras el cual editaron un cartel con la imagen ganadora.
Francisco Javier Durán, otro vecino, destaca lo trabajadores que son los concursantes, sobre todo sin estar acostumbrados al tajo en la construcción, y mucho menos a subir cuestas como las de Arcos. Después de la expectación que están creando en el barrio, asegura que cuando se vayan “nos vamos a quedar aburridos”.
restauración de la casa
Salvo el equipo de la productora y los concursantes, todo aquel que trabaja en la casa o tiene alguna implicación con el programa es de Arcos. Es el caso de Abraham García, el arquitecto del proyecto, con el que contactaron a través de uno de sus clientes, precisamente de la misma nacionalidad. Se sintió atraído por la idea, por lo que se puso manos a la obra como en cualquier otro encargo, redactando el proyecto para después solicitar licencia de obra, aunque con unos plazos fijos, pues deben adaptarse al desarrollo del programa.
A partir de ahí cada semana debe pasarse por la obra para revisar los trabajos, algo habitual en su profesión, sino fuera por la cámara que lo suele acompañar. En ese sentido destaca la bonita experiencia que está viviendo, pues “de obra entendía, pero de televisión no”. También ha tenido que ponerse las pilas con el inglés, sobre todo para comunicarse al principio con los concursantes, pero poco a poco se manejan en español.
Aunque son las parejas las encargadas del grueso de la obra, cuentan con el apoyo de una constructora local, así como de empresas de electricidad y fontanería. También trabajan con un carpintero para la instalación de puertas y ventanas nuevas, precisamente el vecino de enfrente. Se trata de Enrique Manzano, quien nunca se había sentido tan “extraño y observado” al realizar su trabajo, ante la constante mirada de las cámaras.
Los concursantes le piden consejo sobre el tipo de maderas que se utilizan en España y Andalucía en función al clima. También debe mostrarles un catálogo de los productos para que entre todos elijan el modelo que consideren más adecuado. En este sentido, los concibe como unos clientes muy “novedosos” pues, a pesar de haber trabajado para otros extranjeros, ninguno había sido tan detallista como éstos, ni tan televisivos.
Así, valora muy positivamente la experiencia tanto en su trabajo como por su condición de vecino, pues asegura que el trato con ellos es muy agradable. De hecho, lo invitaron en la casa a la fiesta de cumpleaños de una de las participantes, y no dudan en acercarse a la suya para pedirle cualquier cosa que necesiten, tanto los concursantes como el equipo de producción.
aprendiendo a cocinar
Uno de los retos del concurso es que las parejas aprendan a cocinar platos típicos de España y, por ende, de Arcos. Para ello, una de la pruebas ha sido un concurso gastronómico, para el que han contado con la colaboración del Mesón Los Murales, la Taberna Al Compás, el Casino Círculo de la Unión y Hostal San Marcos. Los participantes consiguieron preparar con sus propias manos platos tradicionales como el gazpacho, las croquetas, la merluza o el puchero.
Además, los establecimientos hosteleros también se prestan para cualquier actuación que requieren. De hecho el lunes celebraban una fiesta flamenca sorpresa para los concursantes en el Círculo de la Unión.
También han irrumpido alguna vez con las cámaras en los recitales que se organizan en la Taberna Al Compás, pero siempre son bienvenidos. Los camareros de la zona subrayan que no son como el resto de turistas extranjeros que visitan el conjunto monumental, pues son mucho más agradables y se esfuerzan por relacionarse con los vecinos y hacerse entender, para lo que van siempre cargados del diccionario.
Así, se interesan por las temperaturas propias de cada estación en Arcos, y por las costumbres de los arcenses. Como ejemplo, tras la lluvia de los últimos días, fueron en busca de caracoles, al conocer que era algo típico. Pero siempre tratando de ser amables y cercanos en el trato con los vecinos, pues al fin y al cabo el objetivo es ese, ganar el concurso para ser uno más en el casco antiguo.
Aparte de la amistad y alegría que están dando los concursantes al barrio y el revulsivo que está suponiendo para la economía del casco antiguo la presencia de este equipo, el concurso supondrá una magnífica promoción de Arcos en el país de emisión, así como de las empresas y vecinos que han colaborado con el proyecto. Además, una vez concluido el programa, la pareja ganadora asumirá la gestión del alojamiento hotelero, con lo cual se potenciará también el turismo local.