El presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, ha lamentado hoy públicamente que la imagen de la entidad se vea salpicada por actuaciones del pasado como fueron las tarjetas opacas de Caja Madrid.
"En algunas ocasiones, como con las tarjetas black, fuimos muy conscientes de los efectos que iba a tener en términos de imagen, pero no dudamos del camino que teníamos que seguir: profesionalidad y transparencia", ha explicado el banquero.
Por eso, en la rueda de prensa de presentación de resultados, Goirigolzarri ha defendido haber denunciado esos hechos porque la posibilidad de devolver las ayudas al contribuyente depende de la forma de hacer las cosas de Bankia.
"Nuestra actuación está inspirada por un gobierno corporativo excelente", ha incidido Goirigolzarri, quien recordó que en cuanto llegó a la presidencia del grupo se renovaron los consejos de administración de Bankia y su matriz, BFA, incorporando a "personas de reconocido prestigio y con currículos excelentes".
Además, ha destacado que en el verano de 2012 el grupo empezó una revisión de todas las operaciones que no tuvieran visos de ortodoxia bancaria y cuando llegó a la conclusión de que así no era, se puso en conocimiento de supervisores e instancias judiciales.
Al mismo tiempo, ha insistido en que quiere hacer de Bankia una entidad "cada vez más rentable" porque que el banco vaya bien y valga más (en bolsa) es una gran noticia para todos los contribuyentes.
Y es que ha recordado que en 2012 el banco recibió una inyección multimillonaria que era "necesaria para compensar las pérdidas y salvaguardar a los depositantes".
De ese modo Bankia pasaba a ser una entidad solvente y el objetivo pasaba a ser que fuera rentable porque con la mera inyección de capital no se aseguraba la supervivencia del banco.
"Las ayudas son condición necesaria, pero no suficiente para la viabilidad de una entidad", ha añadido Goirigolzarri.