Una fiebre que no era la del sarampión
La revista cuesta 7 euros, con artículos de investigación sobre algunas de las cofradía
Un momento que estoy nerviosa"... Y echó un trago de agua. Así comenzó Lourdes Tamajón Flores su pregón de Semana Santa 2009. No desaparecieron los nervios durante la disertación, pero los sujetó, con traguitos de agua, con algún quebranto de garganta y ciertas lagrimillas. Tono firme de sus resaltados en un texto cargado de ella y su familia, la personal y la de las Virtudes, la filial y la de la Semana Santa, la de su tierra de adopción y la de su judío y tambor. Fueron tres cuartos de hora en los que la palabra se hizo paz, la música de fondo acompañó a un corazón de sentimientos, las imágenes de Pasión apuntalaron una pertenencia cristiana. Pretendía no quedarse en lo externo de la Semana Santa. Las Virtudes, "la hermandad más pequeña de la Semana Santa de Baena", centraron buena parte del canto de Lourdes a su tierra en la época abrileña. Buscó referencias del Evangelio, textos de Jesús en su Calvario, para acompañar las suyas propias, para "dar ejemplo de cómo debemos amarla".
Buscó en sus raíces familiares, esas que inoculan un virus especial, llamado fiebre por la Pasión. No hizo falta que con sarampión a los tres años y en una mantita escuchase los sonidos de los tambores para que despertara en ella esa vinculación emocional con la representación de la muerte y resurrección del Señor. Es hermana de Las Virtudes, como lo fueron algunos de sus antepasados. Virtudes no es allí un nombre de mujer, sino la fuerza de las siete convicciones y razones que puede albergar el corazón y el ejemplo de cualquier ser humano. Por eso, cuando su abuelo José Flores, entonces cuadrillero de la modesta Hermandad se refirió a "nosotras, Las Virtudes", no encontró sentido alguno a las risas y chanzas de algunos asistentes. "Esta Hermandad no es ni masculina ni femenina, sino de sus siete miembros más el del estandarte", puntualizó. Y enfatizó Lourdes, para destacar que Fe, Esperanza, Caridad... o Prudencia, Fortaleza, Templanza o Justicia, no son palabras aisladas, sino conceptos y valores de vida cristiana, vida en comunidad, de la vida en familia. "La Caridad es paciente y servicial" y con la "Esperanza se cumplen las promesas de Dios", dijo.
No estaba sola en el escenario. La escuchaban el anterior pregonero (Julio Garrido Ramos), el consiliario de la Agrupación de Cofradías, su secretario y su presidente (Juan Huertas, Francisco Montilla y Juan Carlos Roldán) y el alcalde baenense, Luis Moreno. Pero los faroles y el luto, la Cruz y el hábito, la luz casi cenital, acompañaban su traje verde esperanza.
Todas las miradas, las de las cuatrocientas personas que estaban en la platea del Liceo, la arropaban. "El Judío se cuela a través de los ojos del forastero", dijo Lourdes, resumiendo en apenas una decena de palabras la significación de la figura en la Semana Santa local y su proyección turística. Pero siempre fue su pregón más espiritual que material, mas sentido que literario, más de Dios que de ella, más de familia que de individualidades, más de cercanía que de pruritos, más de amor que de caricias simples.
Es la vida
"La Semana Santa es como volver a la vida después del frío invierno", dijo Lourdes, en el medio del relato de dos experiencias familiares que le impidieron tocar al Nazareno, vibrar con los tambores. Pasión en la distancia, a 500 kilómetros de las raíces, pero pasión, sin duda. "Siempre hay algún inconveniente cuando vas a salir que no hay forma de cambiar". En esa ausencia nunca buscada pero que a veces llega, suena un teléfono en la madrugá del Viernes Santo y saltan "las lágrimas por el sonido de los romanos bajando a San Francisco". Y repasó las jornadas y las cofradías e imágenes. "Cuánto dolor y cuánta hermosura en el Cristo del Perdón", "María camina sin consuelo detrás de la carne de su carne", "Si no te lavo los pies nada tienes que ver conmigo", "Acunado como un niño por la Virgen de las Angustias" o "Hermoso lirio dorado" refiriéndose al patrón de Baena.
Para sus hijos tuvo el amor de madre y para su marido la dedicación de esposa y el agradecimiento por ordenar en papel las ideas del corazón y del alma semanasantera. Lourdes Tamajón no se olvidó del "corazón de un pueblo que late con sonido de tambor", ni de quienes, dijo, "tienen la suerte de vivir en este gran pueblo de Baena".
Después...
Antes de presentar la revista Cabildo, el presidente de la Agrupación de Cofradías pidió a los cofrades que no cayeran en la vanagloria: "Nunca demos por hecho el final del camino", y les solicitó implicación y ayuda a todos ".
Buscó en sus raíces familiares, esas que inoculan un virus especial, llamado fiebre por la Pasión. No hizo falta que con sarampión a los tres años y en una mantita escuchase los sonidos de los tambores para que despertara en ella esa vinculación emocional con la representación de la muerte y resurrección del Señor. Es hermana de Las Virtudes, como lo fueron algunos de sus antepasados. Virtudes no es allí un nombre de mujer, sino la fuerza de las siete convicciones y razones que puede albergar el corazón y el ejemplo de cualquier ser humano. Por eso, cuando su abuelo José Flores, entonces cuadrillero de la modesta Hermandad se refirió a "nosotras, Las Virtudes", no encontró sentido alguno a las risas y chanzas de algunos asistentes. "Esta Hermandad no es ni masculina ni femenina, sino de sus siete miembros más el del estandarte", puntualizó. Y enfatizó Lourdes, para destacar que Fe, Esperanza, Caridad... o Prudencia, Fortaleza, Templanza o Justicia, no son palabras aisladas, sino conceptos y valores de vida cristiana, vida en comunidad, de la vida en familia. "La Caridad es paciente y servicial" y con la "Esperanza se cumplen las promesas de Dios", dijo.
No estaba sola en el escenario. La escuchaban el anterior pregonero (Julio Garrido Ramos), el consiliario de la Agrupación de Cofradías, su secretario y su presidente (Juan Huertas, Francisco Montilla y Juan Carlos Roldán) y el alcalde baenense, Luis Moreno. Pero los faroles y el luto, la Cruz y el hábito, la luz casi cenital, acompañaban su traje verde esperanza.
Todas las miradas, las de las cuatrocientas personas que estaban en la platea del Liceo, la arropaban. "El Judío se cuela a través de los ojos del forastero", dijo Lourdes, resumiendo en apenas una decena de palabras la significación de la figura en la Semana Santa local y su proyección turística. Pero siempre fue su pregón más espiritual que material, mas sentido que literario, más de Dios que de ella, más de familia que de individualidades, más de cercanía que de pruritos, más de amor que de caricias simples.
Es la vida
"La Semana Santa es como volver a la vida después del frío invierno", dijo Lourdes, en el medio del relato de dos experiencias familiares que le impidieron tocar al Nazareno, vibrar con los tambores. Pasión en la distancia, a 500 kilómetros de las raíces, pero pasión, sin duda. "Siempre hay algún inconveniente cuando vas a salir que no hay forma de cambiar". En esa ausencia nunca buscada pero que a veces llega, suena un teléfono en la madrugá del Viernes Santo y saltan "las lágrimas por el sonido de los romanos bajando a San Francisco". Y repasó las jornadas y las cofradías e imágenes. "Cuánto dolor y cuánta hermosura en el Cristo del Perdón", "María camina sin consuelo detrás de la carne de su carne", "Si no te lavo los pies nada tienes que ver conmigo", "Acunado como un niño por la Virgen de las Angustias" o "Hermoso lirio dorado" refiriéndose al patrón de Baena.
Para sus hijos tuvo el amor de madre y para su marido la dedicación de esposa y el agradecimiento por ordenar en papel las ideas del corazón y del alma semanasantera. Lourdes Tamajón no se olvidó del "corazón de un pueblo que late con sonido de tambor", ni de quienes, dijo, "tienen la suerte de vivir en este gran pueblo de Baena".
Después...
Antes de presentar la revista Cabildo, el presidente de la Agrupación de Cofradías pidió a los cofrades que no cayeran en la vanagloria: "Nunca demos por hecho el final del camino", y les solicitó implicación y ayuda a todos ".
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