La política, probablemente la tarea humana más noble a la que mayor número de innobles se dedica, me interesa muchísimo y creo, además, que sería bueno que interesara a toda la ciudadanía...
La política, probablemente la tarea humana más noble a la que mayor número de innobles se dedica, me interesa muchísimo y creo, además, que sería bueno que interesara a toda la ciudadanía. Podría ser una muy positiva señal respecto al estado de salud de esta sociedad democrática en la que vivimos y a nuestra voluntad de implicación, participación y compromiso con lo público.
Son los pueblos en los que la democracia cuenta con escasa o casi ninguna tradición los que menor preocupación muestran por los asuntos políticos y normalmente, de esto los españoles sabemos algo, por miedo a represalias de quienes los dominan.
Como dicha tarea, la de la política, me importa, procuro seguir cada año el debate sobre el estado de la nación y, dado que éste también lo he hecho, aprovecho para exponer desde esta tribuna que se me ofrece alguna que otra consideración sobre el mismo, eso sí, con la parcialidad que me caracteriza y me distingue, que no camuflo sino que, por sentido de la honestidad intelectual, exhibo siempre que la oportunidad se me presenta.
El bobo solemne de ZP, con su limitada capacidad oratoria y su falta de retórica, dejó otra vez en evidencia a un Rajoy más avezado en lides dialécticas, por una razón muy sencilla, porque, al final, en cualquier controversia lo que de verdad tiene valor son la consistencia y veracidad de los argumentos que se esgrimen y no el veneno que se pone en ellos.
No es que saliera malparado el líder de la oposición de la cámara, pero sí, desde luego, contrariado por no derrotar y hacer morder el polvo a su adversario cuando la situación le favorecía.
El presidente del PP se perdió en el discurso al que ya tiene a todo el mundo acostumbrado desde que saltó la crisis y el jefe del Ejecutivo supo sorprender con propuestas de soluciones que sumar a las ya adoptadas en los últimos doce meses para combatirla y que hasta el mismo Rodrigo Rato firmaría.
Mayor austeridad en el gasto, nuevas rebajas impositivas, más incentivación a la actividad empresarial y el fomento del empleo y actuaciones en materia de educación y de inversión en I+D de cara a cambiar el modelo productivo de la economía, al tiempo que se mantiene la protección social para los que la necesitan.
Si los de Rajoy y los suyos no apoyan dichas medidas o no se mojan para mejorarlas, aunque no coincidan del todo en su contenido con las que ellos implementarían si estuvieran al frente del gobierno, se les volverá a ver el plumero.