Un compost inmaduro puede llegar a ser tóxico para las plantas. Por ello, científicos del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla, dependiente del CSIC, en colaboración con la Universidad de Huelva, han desarrollado un dispositivo para comprobar su calidad antes de aplicarlo sobre el cultivo.
Se basa en una nariz electrónica, que, a través del olor, detecta procesos químicos y biológicos que se dan en la muestra de abono natural para evitar que se emplee antes de su estado óptimo.