Sobran motivos y más que justificados para que después de un año en el Gobierno portuense, la desilusión comience a tomar terreno ante la inacción del tripartito en diferentes materias y aspectos peliagudos.
Las críticas a su gestión vienen dadas por sus propias promesas incumplidas, de un programa y acuerdo grupal que no encaja con la cruda realidad y que dificilmente serán ejecutadas en tiempo y forma.
La pasada semana anunciábamos la demora en la firma de la licencia de obras del aparcamiento subterráneo de Pozos Dulces.
El parking, parece, se terminará haciendo. Un revés, en toda regla, para los que abanderaron su rechazo. El de Plaza de Toros tendrá, en cambio, el beneplácito de la siempre condescendiente Junta de Andalucía, dcien.
El cambio de cromos en las concejalías no es más que el reflejo del cansancio y el desgaste. Un año de Gobierno que aunque hay que valorar y cuestionar el trabajo realizado por los gobernantes, no es menos importante también el papel que desempeña la fragmentada oposición.
Con las dudas abiertas sobre las actuaciones y el futuro del concejal No Adscrito, Carlos Coronado, el horizonte se torna complejo para dilucidar cuál será el futuro de una ciudad a la que castigan unas deficiencias tan marcadas y tan evidentes que resulta hasta grotesco no paliar las anomalías con las que malvive año tras año.