En un pleno en el Parlamento de Cataluña se abordó la situación de los menores tutelados adictos a esnifar pegamento o cola y que eran vistos casi a diario en el entorno de la tienda de Apple en Barcelona. La consejera de Asuntos Sociales, Dolors Bassa (ERC), afirmó que allí llegan unos 70 menores al mes, de ellos un 10% adictos a las drogas, y añadió dirigiéndose al diputado interpelante, de Ciudadanos: “La mayoría llegan de otras partes del Estado porque miran hacia otro lado, entre otras Ceuta y Andalucía, donde ustedes están gobernando. Hablen con los suyos de Ciudadanos en Andalucía y pregúntenles por qué vienen a Cataluña”.
Tras el revuelo creado y el rechazo de todo el Parlamento andaluz, Bassa ha querido matizar, pero en realidad ha venido a decir lo mismo cuando ha precisado que esos niños no son andaluces, sino mayoritariamente del Magreb y que han llegado “con billete” a Barcelona tras pasar por otras comunidades como Andalucía. Así pues, la consejera acusa a la Junta de pagar el billete a esos menores y enviarlos a Cataluña para librarse de ellos, sin aportar pruebas de tal aserto.
Ayer mismo, la Consejería de Políticas Sociales de la Junta adjudicó un contrato por valor de 3,6 millones de euros a 25 centros de la provincia de Sevilla para el acogimiento residencial de menores en situación de desamparo. Es una cantidad infinitamente superior al coste de un supuesto billete con destino a Barcelona. Ha de ser la consejera catalana la que explique por qué los niños del pegamento andan sueltos por las calles de Barcelona en vez de tratar de desviar la atención mil kilómetros al Sur.