Decía Plutarco que un ejército de ciervos dirigido por un león es mucho más temible que un ejército de leones mandados por un ciervo.
Empiezo con esta cita hoy 23 de noviembre, es decir dos días antes de que puedan leerla, y que he decidido sacarla a colación con motivo de la triste noticia que a primeras horas de la mañana vivimos en todas las cadenas de radio y televisión: la inesperada muerte de Rita Barberá y el minuto de silencio que se guardaba en el Congreso de los Diputados en respeto a la defunción de uno de sus miembros.
Hemos podido comprobar cómo los partidos políticos, representantes del pueblo español, puestos de pie, le dieron el adiós póstumo a su señoría, excepto los podemitas que una vez más abandonaron el hemiciclo.
Una verdadera vergüenza para esos cinco millones de leones a los que dicen representar.
Pablo Iglesias sabe muy bien que ese minuto de silencio no era un homenaje a Rita Barberá, sino un recuerdo a la persona desaparecida, a la que después de su muerte ha tachado de corrupta sin que la justicia se haya pronunciado; pero no solo él, sino toda su cohorte, porque nada es más fácil que insultar a los muertos, como también sabe que nadie está más muerto que el olvidado, y este villano va a ser olvidado muy pronto.
Estos angelitos que cobran becas sin asistir a las clases, los mismos que se financian con dinero de las dictaduras iraníes y venezolanas, esos que no pagan la Seguridad Social de sus empleados, los que especulan con las viviendas protegidas sacando pingües beneficios, aquellos que profanan capillas, etcétera; los de la paja en el ojo ajeno, los moralistas de la sociedad, en definitiva unos angelitos con cara de gloria y entrañas de infierno. Y más cosas veredes, amigo Sancho…
