La situación del que es el mejor laboratorio de I+D privado de Andalucía, y uno de los principales de España, el que Abengoa creó en 2012 en su sede de Sevilla y donde llegaron a trabajar 300 personas en 2014, es desesperada. La venta de sus equipos de última generación por lotes, junto a sus aproximadamente 300 patentes (el conocimiento generado), ha sido decidida por la empresa como su única vía de futuro.
Pero la plantilla restante -70 empleados, de los que 40 van a ser despedidos en el ERE aprobado y firmado la semana pasdada- está desarrollando una ronda de contactos con representantes de la Junta y el Estado para poder ganar tiempo y permitir la continuidad de las instalaciones atrayendo a a empresas privadas y centros públicos que subcontraten los actuales laboratorios. La propia Abengoa podría ser cliente de los mismos en caso de que se acordara su continuidad.
El desguace de estas instalaciones de 2.000 metros cuadrados en las que se han invertido -en su mayoría a pulmón por la propia Abengoa- más de 10 millones sólo en equipamiento es lo que pretende evitar. Una especie de mercadillo de la I+D+i en el que empresas e instituciones de País Vasco, Galicia, o incluso China, se ha pasado ya a ver el género. Y los comentarios de muchos de los que visitan las instalaciones son coincidentes: les resulta incomprensible que Abengoa los vaya a desmantelar.
Las fuentes consultadas explican que la empresa nunca consultó con los empleados el futuro de las instalaciones de Research. En esta filial se investiga en cinco de las grandes áreas de negocio en las que trabajaba Abengoa: transmisión eléctrica, fotovoltaica, materiales, termofluidos, procesos químicos y bioenergía. Esta última rama de actividad es la que más peso tenía, debido a la apuesta (finalmente fallida) de Abengoa por los biocombustibles de segunda generación (usan restos vegetales y no cultivos alimenticios como materia prima).
Nuevo viejo modelo
El modelo de I+D de Abengoa -cuya inversión en I+D en 2016 fue de 10 millones frente a una media de entorno a 50 millones anuales en ejercicios anteriores- volverá a ser el de subcontratar a grupos de investigación universitarios y centros tecnológicos para desarrollar su investigación. Es justamente el modelo que existía antes de crear Abengoa Research.
Esta filial fue impulsada, fundamentalmente, por José Domínguez Abascal (en esos años secretario general técnico y luego el presidente que sustituyó al dimitido Felipe Benjumea, hasta que salió y volvió a la Universidad de Sevilla) y Manuel Sánchez (exconsejero delegado hasta 2015). Los laboratorios, ubicados en los sótanos de uno de los edificios del campus Palmas Altas de Sevilla se crearon desde cero.
Los trabajadores, no obstante, creen que el concurso del Instituto Andaluz de Tecnología, o la caída del centro Ctaer dedicado a I+D solar, son pésimos precedentes.
Alfonso González, a casa con otro megasueldo
El nuevo organigrama directivo difundido por Abengoa entre su plantilla recoge dos ausencias muy significativas en el negocio de ingeniería, el sector de actividad en el que la empresa se va a centrar de manera única desde ahora. Son las del presidente, Alfonso González, y vicepresidente, el uruguayo Brandon Kaufmann, de Abeinsa, la gran filial que aglutina todas las capacidades de ingeniería de la compañía.
González, directivo andaluz de 62 años y uno de los hombres más cercanos al expresidente Felipe Benjumea, ha llegado a un acuerdo para dejar la empresa pero quedándose en ella como asesor. Es el modelo que se siguió con el propio Benjumea y con Manuel Sánchezm, exconsejero delegado, cuando dejaron la empresa en 2015.
Fuentes internas señalan que, al igual que estos dos últimos firmaron un contrato de un millón de euros, la remuneración de González ahora como asesor externo será cercana a esa cifra.
Kaufman, persona igualmente de la máxima confianza de Benjumea y que preside la filial Teyma en Uruguay, quedará ahora ligado solo a esa sociedad, sin responsabilidades corporativas en Abeinsa. González ha chocado con el director general de Abengoa, Joaquín Fernández, que ha heredado ahora su despacho en Palmas Altas.