La Junta de Andalucía debería ahorrar las emisiones que se van a producir con motivo de celebración en Huelva del Congreso Internacional sobre Cambio Climático, y en su lugar hacer una ley de Cambio Climático más rigurosa y eficaz en sus objetivos.
La Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio no puede presentar con seriedad una Ley de Cambio Climático que propone como objetivo mantener para 2020 el mismo nivel de emisiones que en 2005, porque cualquiera que siga los inventarios de emisiones sabe que lo en realidad ocurriría: que las emisiones aumentarían un 23% sobre las últimas publicadas.
Por otro lado, la Consejería de Empleo, Empresa y Comercio ha presentado la Estrategia Energética de Andalucía 2020, que tiene entre sus objetivos la reducción de las emisiones en un 30% sobre la base de las emisiones de 2007, objetivo que ya superado, al reducirse las emisiones industriales un 32,9% según comunicados de la Junta.
Ambas consejerías harían bien en coordinarse, ya que fijan objetivos y referentes diferentes en cuanto a emisiones. Así, Empleo usa 2007 como año de referencia con objetivos que ya estarían cubiertos un año antes de la aprobación de la Estrategia Energética 2020, mientras que la Ley de Cambio Climático fija 2005 como referente y propone unos objetivos que implican aumentar las emisiones.
Y todo esto ocurre mientras todos los indicadores del avance del Cambio Climático están desbocados. El año 2016 ha sido el tercer año consecutivo en alcanzar el récord de la subida de la temperatura media global, destrozando récords anteriores de 2015 y 2014. El mes de febrero 2016 ha superado virtualmente los 2ºC que el Acuerdo de París colocaba como guardarraíl para evitar un cambio climático muy peligroso.
A pesar de que la bajada de la actividad económica mundial motivada por la crisis ha frenado el ritmo de incremento de emisiones de gases de efecto invernadero, la concentración de CO2 en la atmósfera ha experimentado una subida nunca vista: 3,76 ppm (partes por millón) de febrero de 2015 a febrero 2016, y cabalgamos en este mes de mayo con concentraciones de CO2 por encima de los 409 ppm, nunca conocidas por el ser humano
Ya no podemos decir que será un problema para las generaciones futuras, lo estamos sufriendo aquí y ahora. Andalucía ha experimentado una elevación de su temperatura media en los últimos años y los pronósticos tanto de elevación de temperatura como de disminución de las lluvias no auguran nada bueno. A ello hemos de añadir que contamos con muchos kilómetros de costa densamente poblada y tierras cercanas con poca elevación, como la zona de Doñana y otras, donde la subida del nivel del mar actual y la esperable añaden más afecciones negativas, con consecuencias también para actividades económicas tan importantes para Andalucía como el turismo o la agricultura.
Las sequías e inundaciones recientes han puesto de manifiesto el impacto económico de esta situación en la producción agrícola; en particular, de nuestros olivares, con la pérdida de jornales para la ya de por sí golpeada población rural que depende de las cosechas para su sustento.
Por eso no se comprende la falta de interés de acometer una seria transformación del modelo energético de Andalucía, cuando las condiciones climáticas posibilitan un fuerte despliegue de las energías renovables que permitirían en muy corto plazo cubrir la totalidad de la demanda eléctrica de nuestra tierra con fuentes renovables en 2025, y la totalidad de la demanda energética para 2045.
Las ventajas en cuanto a creación de empleo del modelo renovable son claras, ya que la intensidad de mano de obra por unidad de energía producida es mayor, y adicionalmente la liberación de la balanza de pagos de las importaciones energéticas permitiría liberar fondos para otras actividades productivas y servicios sociales, a la vez que aligeraría la carga contaminante del modelo soportado por combustibles fósiles.
Andalucía tiene suficientemente acreditada la experiencia profesional y la I+D+i en el sector de las renovables. El único obstáculo para esta propuesta es la cortedad de miras del Gobierno de la Junta, que parece no ver que empleo, energía, economía y empleo es un póquer ganador que Andalucía no puede permitirse desaprovechar.
José Larios Martón
Presidente de la Fundación EQUO y miembro del Consejo Andaluz de Medio Ambiente