El 22 de agosto de 2003, a tan solo cuatro meses de su nonagésimo tercer aniversario, Imperio Argentina, Malena para los suyos -y los suyos eran todos sus admiradores-, apagó definitivamente los faroles del cante y encendió su eterno foco estelar en el firmamento del recuerdo. Benalmádena y Torremolinos fueron el paraíso de su postrera sonrisa, ésa que constantemente iluminaba su rostro y hacía que se iluminase el de los demás. Malena queda para siempre en la memoria del pueblo que la aclamó. Murió en la tierra de Málaga, la que le hubiera visto nacer si sus padres -él Antonio, guitarrista gibraltareño, y ella Rosario, bailarina malagueña- no hubieran realizado aquella oportuna gira a Buenos Aires, la ciudad que tuvo el privilegio de protagonizar el nacimiento de la artista a pocos días de finalizar el año 1910.
Varios municipios españoles dedican una de sus calles a la inolvidable Imperio Argentina; entre ellos, Benalmádena, su lugar de residencia, no lejos de donde, en el límite de Torremolinos, se ubicaba el tablao flamenco del recordado bailaor Pepe Marchena, que fue un hijo para Malena.
Magdalena Nile del Río, que ese era el nombre de pila de nuestra Imperio Argentina, nació en el barrio de San Telmo de Buenos Aires. Gran parte de su infancia la pasó en Málaga, donde aprendió a bailar. A la edad de doce años debutó en su ciudad natal en el teatro, junto a Pastora Imperio, quien cariñosamente llamaba a Malena “Petit Imperio”. Su debut como temprana artista lo realizó con apenas 6 años de edad en el teatro San Martín de Buenos Aires. Posteriormente recorrería en gira artística los escenarios argentinos de la mano de sus padres, artistas del flamenco.
En 1924 Imperio debuta en Madrid, en el Teatro que después se llamaría ‘Calderón’. Era entonces su representante Juan Carcellé. Imperio cosechó en Madrid sus reales primeros éxitos y en 1927 fue escogida para protagonizar la película ‘La Hermana San Sulpicio’, basada en la novela de Armando Palacio Valdés. Esta misma película volvió a rodarla en 1934. Ya antes, en 1928, viajó a Alemania para filmar ‘Corazones sin rumbo’ y ‘Los claveles de la Virgen’. Y en 1932 rodó junto a Carlos Gardel ‘Melodía de arrabal’.
En 1935 protagonizó la famosa película de ‘Nobleza baturra’; En 1936, ‘Morena clara’; en 1938, ‘Carmen la de Ronda’; en 1942, ‘Goyescas’; en 1946, ‘La maja de los cantares’; en 1947, ‘La copla de la Dolores’; en 1951, ¿Café cantante’; en 1960, ‘Ama Rosa’; en 1966, ‘Con el viento solano’; en 1986, ‘Tata mía’, y en 1987, ‘El polizón de Ulises’. Su discografía es inmensa, repleta de notables éxitos.
Los muchos y entrañables recuerdos y trofeos de Imperio Argentina y que forman su preciado Legado pueden admirarse en el museo privado que en Torremolinos abrió -en su propia casa- Fernando Luis Aisa, secretario que fue de la popular actriz. Aún son numerosos los admiradores de Malena, como cariñosamente era nombrada, sobre todo en España y particularmente en Málaga. Benalmádena, donde vivió sus últimos años, y Torremolinos, donde tiene su Legado, la rememoran permanentemente. Y como broche de esta crónica, se inserta el poema ‘Imperio Argentina en el recuerdo’, que se transcribe del libro ‘Torremolinos, mi sol, mi amor’ y que en su día declamó el popular rapsoda Diego Gómez:
‘Aquel veintidós de agosto / se apagó el sol de Malena / y el arte murió de pena / en valle oscuro y angosto. / Se fundieron las guitarras / aquella triste jornada, / no alegraron la alborada / los cantos de las cigarras. / Todo fue noche aquel día, / todo silencio profundo, / dejó de entonar el mundo / su trillada melodía. / Extinguióse hasta la brisa / que volaba tan risueña / por la costa malagueña, / donde borró su sonrisa / la reina de las canciones; / el mar gemía en la arena / y el sol lloraba su pena / detrás de los nubarrones. / De otoño vistió el verano, / de recio saco y ceniza, / y al punto casi agoniza / aún sin espigarse el grano. / Los árboles, angustiados, / desparramaron sus hojas: / un mar de lágrimas rojas / inundó los glaucos prados. /
‘Quebraron los manantiales / y, huérfano de agua el río, / en el albor el rocío / no iluminó sus cristales. / La música de los trinos / no alegró con su donaire / aquella mañana el aire / feliz de Torremolinos. / Aquí, en la eterna estación, / se paró el tren de la vida: / ella por siempre aquí anida, / aquí entona su canción. / Siempre viva en la memoria, / Malena Nile del Río / tiene aquí su poderío, / del pueblo es suspiro y gloria. / Ella, la estrella granada / de la sonrisa divina, / la gran Imperio Argentina, / brilla en esta tierra amada. / Sus recuerdos genuinos, / sus ensueños e ilusiones, / sus ayeres y pasiones, / viven en Torremolinos, / en ese sacro recinto / de su museo glorioso: / su fulgor majestuoso / jamás ha de verse extinto. /
‘Duerme aquí su voz el piano / que con faustas vibraciones / despertó las emociones / de todo alegre paisano. / La virginal escultura / de su baturra nobleza / sinónimo es de grandeza / homónimo de dulzura. / De su universal andanza, / aquí y allá, en el museo / se hace monarca el trofeo / y deidad la remembranza. / Es imposible expresar / con la palabra adecuada / la nostalgia acumulada / en este excelso lugar. / Aquí duerme la ilusión, / en la cuna del ayer / de aquella insigne mujer / que aún despierta admiración. / Gracia y arte fue del cante, / diosa de la gran pantalla; / pocas alcanzan su talla, / pocas su porte elegante. /
‘Imperio la bautizó / don Jacinto Benavente / y ella consecuentemente / su bandera al cielo izó, / y de la inmensa Argentina, / la tierra donde nació, / nombre de plata escogió, / aunque de oro fue su mina. / Fue nuestra Morena Clara / y la Hermana San Sulpicio, / de su deslumbrante oficio / ella fue estrella preclara. / Ella, Carmen la de Triana, / la Maja de los Cantares / que en melodiosos altares / levantó su atarazana, / que con el viento solano / se alzó cual regia paloma, / su cetro hoy de nuevo toma, / su gloria no pasa en vano. / Allá, junto a las estrellas, / el cielo se hace cantor / para entonar del amor / las melodías más bellas. / Toda una orquesta de soles / acompasa con dulzura / su esplendente partitura / aureolada de arreboles. /
‘Malena Nile del Río, / la gran Imperio Argentina / que con sonrisa divina / y voz prodigiosa y brío / conquistó los corazones / desde el glorioso proscenio / donde exhibiera su genio / y despertara emociones; / Malena, nuestra Malena, / que elevó el canto a la gloria / y abrió ventana en la Historia / y en nuestras mentes resuena / y hace olvidar toda pena; / ella, la que hizo del arte / su corona y estandarte, / nuestra querida Malena, / reciba sin condiciones / hoy, de sus admiradores, / del recuerdo los honores / y cosecha de ovaciones’.