Hasta ahora el retoque de las fotos era cosa del artisteo y del mundo de la moda y la belleza. A partir del “gobierno legítimo” de Cataluña en el exilio la cosa ha pasado al campo duro de la política. En el campo blando de la política ya estuvo asentado desde hace mucho pero sólo para retocar las imágenes de los candidatos a las elecciones de todo tipo. Más jóvenes, más delgados, con más pelos los hombres, con más belleza las mujeres, el photoshop hacía a los candidatos irreconocibles en algunos casos.
La novedad, que está importada de la ahora inexistente Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que se desmembró más por colapso propio que por ataques ajenos, fue líder en esas prácticas en la época de Stalin. No se empleó solo para eliminar la figura de Trotsky sino para todo tipo de manipulaciones que afectaran a la excelsa personalidad del autoritario georgiano. No tiene la exclusiva. Hitler y Mao hicieron lo propio y el Kim coreano también. El fugado Puigdemont está haciendo de las suyas en la materia. Ha demandado la realización de una página Web y de una foto con el gobierno que él presidió pero ha excluido a Santi Vila ex consejero del Departamento de Empresa y Conocimiento, que ha sido borrado. Dimitió antes de que se declarara la independencia, o lo que fuere. La fatalidad de las prisas por levantar la nueva legalidad de quita y pon y la inexperiencia hicieron que, al quitar al consejero de la foto, quedara una pierna sin dueño en la fotografía manipulada. El cachondeo ha sido mundial. No es para menos.
Pero para photoshop, el de la Agencia Europea del Medicamento. Eso sí que es un tachado inmenso para Barcelona y España. Y –ésta vez no- la culpa no es del PP. Se la han ganado a pulso los que han mentido tanto tiempo a tanta gente. La CEOE ha acertado en su diagnóstico. Barcelona no ha sido elegida sede porque "todos los esfuerzos realizados por el Gobierno y diversas instituciones no han podido contrarrestar los efectos negativos que ha supuesto la inseguridad jurídica y las decisiones al margen de la Constitución que tomó la Generalitat las últimas semanas antes de su sustitución". Sin esa inestabilidad había posibilidades, con el lío independentista el pájaro voló para Ámsterdam. Sin duda una tolerante ciudad europea.