Dicen que el fútbol son estados de ánimo, y es una afirmación con la que estoy parcialmente de acuerdo. Más que generar fútbol a través de un estado anímico, nuestra felicidad o desidia depende de los resultados, de la actitud y del estilo de juego del equipo. Es como el huevo y la gallina en esa eterna lucha científica por saber quién estuvo antes. La cuestión es que Ángel López en su primera rueda de prensa pospartido dijo que a él le interesaba conocer el entorno de la ciudad dónde está su equipo para poder sacarle el mejor rendimiento posible. Es tan sencillo y a la vez inteligente por parte del míster, que busca remar a favor de la corriente para impulsarse más. El dibujo es el de los mejores éxitos del Decano y el que más gusta, el 4-4-2 que tantas alegrías nos daría con Caparrós, Alcaraz y por encima de todo Marcelino. Y el estilo muy parecido al de esos tres entrenadores: presión, crecer desde la defensa y buscar ser directos en ataque. Ya luego cada uno tiene sus matices, pero el nivel de conexión inicial está hecho. Es la forma fácil de ir subiendo el estado de ánimo de la afición.
En lo que tampoco flojea Ángel López es en motivar a sus jugadores. Siempre se acuerda de los no convocados, sabe de su importancia en el día a día y a lo largo de la temporada y de cómo esa competencia tiene frutos en general. No sé si el tiempo le seguirá dando la razón ante alguno que quiera jugar más o menos, pero no rota por rotar, lo hace siempre en beneficio del equipo como entidad única. Creo que su trato es exquisito en ese aspecto y que ha sabido darle consistencia a una plantilla que estaba hundida pero que tiene potencial de sobra para triunfar, siempre sobre las bases del esfuerzo.
Y además Ángel López sabe cómo tratar a la prensa, con un tono educado pero directo, sin medias tintas, diciendo lo que piensa. Y se implica con el club, con los problemas del día a día, algo que le preocupa como a un aficionado más, o ese llamamiento desde el principio para “que no se vean las pistas de atletismo del estado de San Fernando”. Por eso vuelvo a la pregunta del principio: ¿El estado de ánimo hace que un equipo funcione? ¿O un equipo que funciona hace levantar ese estado de ánimo?
Lo que tengo claro es que Ángel López tiene mucho que ver. Qué bueno que se atrevió. Y qué bueno que sin ser jugador profesional sepa tanto de esto, para matar estigmas elitistas en un deporte global. ¡Seguimos!