Gonzalo Urquijo sigue moviéndose sibilinamente entre las ruinas de Abengoa, y aún nadie es capaz de adivinar qué futuro vislumbra para él y para la antaño mayor empresa privada de Andalucía. Esta semana se ha conocido que ha entrado como consejero en Atlantica Yield, la filial en la que la antigua cúpula de Abengoa volcó sus mejores activos para descapitalizar la empresa antes de su caída, que en 2013 ya se vislumbraba próxima (ocurrió en 2015).
Urquijo sustituye a María José Esteruelas en el consejo de Yield, consejera que fue nombrada hace sólo cinco meses y que ha sido recolocada al frente del negocio de Energía de la propia Abengoa. Su nombramiento, por cierto, recibió el nivel de apoyo más bajo (66%) de todos los puntos del orden del día de la junta de socios de Yield que se celebró en Londres en junio. Urquijo será además miembro del comité de Nombramientos y Gobierno corporativo de Yield, es decir,
decidirá sobre la futura estructura directiva de esta filial que posee, entre otros, el complejo solar de Sanlúcar la Mayor (Sevilla).
Yield es la sociedad que Abengoa controlaba con un 41%, porcentaje reducido al 16% tras vender un 25% a la eléctrica canadiense Algonquin. Urquijo ha atraído a una empresa salvadora que proporcionará a Abengoa fondos para desarrollar proyectos conjuntos; y que además permitirá que la propia Atlantica Yield vuelva a comprarle a Abengoa las plantas que construya, esquema que se rompió al entrar en preconcurso Abengoa en 2015.
Pero los motivos de fondo del aterrizaje de Urquijo en la Yield parecen ser otros. Y no, los consejeros en representación de Abengoa no cobran de Yield, así que el insaciable captador de sueldos que es Urquijo (tiene tres en Abengoa, uno fijo y dos tipos de variable) no buscaba más.
Santiago Seage, jefe de Abengoa cuando esta entró en preconcurso hace ahora justo dos años, no puede ni verse con Urquijo. No se aguantan.
El presidente de Abengoa primero controlará en corto a Seage, y quién sabe si cuando su aliado Algonquin tome el 16% restante no apartarán al actual CEO para colocarle a él. ¿Una salida por si Abengoa acaba cayendo?
Seage, por cierto, cobró 1,3 millones de dólares en 2016, incluido un bonus de 850.000 dólares por el cumplimiento pleno de los objetivos a los que estaba ligado. Y la política de remuneraciones de Yield, que se aprobó también en la citada junta de junio, prevé una indemnización para Seage de entre 12 (mínimo) y 24 (máximo) meses de sueldo, incluidos todos los conceptos.
Una indemnización que podrá cobrar si hay un cambio en el control en la compañía, como ocurre con la entrada de Algonquin, y su salida se produce en los dos años siguientes a ese cambio. Es decir, Seage (y algunos otros ejecutivos clave de Atlantica) se puso esa indemnización de forma
preventiva: ahora será Urquijo, y sus aliados de Algonquin, quienes deberán pagársela o aguantarle en el puesto esos dos años.