Otro año que va a su fin del que no podremos quejarnos, salvo ciertos avatares políticos que han intentado desmembrar el suelo patrio y que, gracias a la Constitución que votamos todos los españoles, no ha tenido lugar.
Eso sí, la economía se resentirá un poco y tendremos que pagar entre todos los 15.000 millones de euros que nos constarán la insensata aventura del separatismo catalán, pero como ya dije en artículos anteriores, no toca ahora escribir de política, eso lo dejaré para principio del nuevo año en el que entraremos dentro de tres días.
Este 2018 se nos presenta con una gran novedad, ya que el día 1 de enero la Unión Europea autorizará la venta de insectos, la venta para consumo humano, ya que son nutritivos, ecológicos y baratos. Debemos pues ir preparándonos de cara a las próximas fechas navideñas que celebraremos con alimentos muy distintos a los actuales, ya que en nuestras mesas cambiaremos los langostinos de Sanlúcar por saltamontes de Tailandia y las gambas de Huelva por cucarachas de Vietnam, aunque para esto habrá que acabar con los prejuicios de los europeos a comer esta clase de animales, un desafío difícil que no obstante será superado por el negocio millonario que acarrea.
Empezaremos por camuflarlos con macarrones, harina o barritas energéticas, vaya usted a saber, pero lo cierto es que los insectos son la comida del futuro y de hecho la ONU cree que son la clave para acabar con el hambre en el mundo.
Hasta ahora la producción de insectos a nivel industrial se estaba utilizando como abono orgánico, pero desde mediados de año se autorizó para alimentación animal tales como mascotas o peces de piscifactoría, pero con el decreto de la Unión Europea que entrará en vigor el próximo 1 de enero, todo el continente comerá insectos.
Mañana, más bien pronto que tarde, llegaremos al bar y escucharemos al camarero decir: “marchando una de bichos”. Feliz año 2018.