Octubre de 2016 comenzó con una excelente noticia: Sevilla había obtenido 15 millones de euros procedentes de los fondos europeos con cargo a la Estrategia de Desarrollo Urbano Sostenible Integrado, destinados a inversiones de Innovación Socioeconómica en la Zona Norte, a la que había que sumarle la aportación municipal por otros 3,75 millones más. Una Estrategia orientada en esa zona de la Ciudad a la potenciación de las TIC y la administración electrónica; la mejora de la movilidad interna y su conexión con la ciudad; la eficiencia energética y la calidad ambiental; la puesta en valor del patrimonio histórico e industrial; así como a la regeneración física, económica y social de zonas degradadas, entre las que destaca el Plan Integral de El Vacie por importe de 4 millones.
En cualquier caso, no sería saludable que el indiscutible acierto en la orientación de la Estrategia y en la obtención de la subvención ocultara las debilidades que existieron en el proceso de participación social y ciudadana que acompañó el proceso; limitado a un acto celebrado en diciembre de 2015, en el que se presentaron las líneas del proyecto y se invitó a los presentes a dar opiniones sobre la marcha y a cumplimentar una encuesta. Tal hecho hizo incluso temer que la financiación del proyecto quedara varado, dada la importancia que a la participación se le concedía en la convocatoria de ayudas para obtener la subvención; pero para justificar su ausencia, el gobierno municipal recurrió a desempolvar y apoyarse en el II Plan Estratégico de Sevilla 2020 -aprobado al final del mandato de Monteseirin- tras un serio proceso de participación social y ciudadana, que Zoido, nada más llegar a la Alcaldía, guardó en el cajón y del que nunca más se supo.
Este hecho contribuyó en buena medida a suplir la más que evidente ausencia de participación que ahora se ha producido. Puestos a ser comprensivos podría entenderse que lo ajustado de los plazos para concurrir a la subvención de la Estrategia DUSI hiciera complicado garantizar una participación más amplia, pero más preocupante y difícil de entender es que, habiendo transcurrido 16 meses desde que se tuvo conocimiento de su financiación, aún no se haya trasladado información alguna a la ciudadanía -y particularmente a las varias decenas de organizaciones que expresamente la avalaron- sobre su estado de desarrollo y ejecución.
Una participación en la Estrategia que no sólo debe garantizarse en la fase ya superada, sino, lo que es más relevante, en el seguimiento de su implementación. Desde octubre de 2016 existe un apagón informativo difícil de comprender, salvo el de la evidente falta de voluntad política. De hecho, no ha sido hasta hace unos días -como consecuencia de la denuncia de IU ante la Comisión Europea- que el gobierno municipal convocó a los grupos municipales para informarles sobre ello, pero para el resto de la ciudadanía y del tejido asociativo interesado la falta de información continua siendo total. Hoy se sabe que la adjudicación del contrato de asistencia técnica para la Estrategia se produjo el pasado mes de diciembre, un retraso considerable que ha provocado, entre otras cosas, que los créditos consignados en los últimos Presupuestos Municipales no se hayan ejecutado en su inmensa mayoría, lo que revela, igualmente, improvisación y serias deficiencias de gestión.
Así, el cronograma de actuaciones programadas y el presupuesto asociado a las mismas, aunque de carácter indicativo, acumulan un retraso que comienza a ser preocupante, por más que el Alcalde haya tratado de minimizarlo situando la línea roja para finales de este año. Cabe recordar que en el primer trimestre de 2018 deberían estar concluidas 5 de las 16 líneas de actuación -el resto deberían estar ya comenzadas y algunas muy avanzadas- y el presupuesto asociado a finales de 2017 debería haberse acercado a los 7 millones, pero nada de eso ha sucedido; y lo mínimo que debería ocurrir es, por un lado, que aceleraran el paso y, por otro, reconocieran el derecho a la información y la participación activa de la ciudadanía en su seguimiento.