La decisión de Carrefour de retirar desde el 15 de noviembre las bolsas de plástico de sus establecimientos y sustituirlas por otras de papel deja la duda sobre qué se esconde tras esta medida
La sostenibilidad está de moda y siempre que provoque no sólo un ahorro energético, sino sobre todo que incentive y favorezca la educación en materia de respeto medioambiental merece un reconocimiento. Y en este sentido, la decisión de Carrefour de retirar todas las bolsa de plástico de sus establecimientos para sustituirlas por otras de papel reciclado debe ser aplaudida, ya que implica dejar de utilizar un producto que es de los más dañinos para la naturaleza, ya que la destrucción total de una bolsa de plástico se calcula en cerca de 200 años. Sin embargo, no cabe llamarse a engaño, detrás de la decisión de la multinacional francesa se esconde también un buen negocio que no debe pasar desapercibido, ya que se habla de esta decisión puede representar un beneficio de cerca de dos millones de euros al año entre lo que se va ahorrar al retirar estas bolsas y en lo que va a ingresar al vender, al precio de cinco céntimos, las nuevas bolsas de papel.
Se trata, por tanto, de un negocio, que posiblemente se acabe extendiendo al resto de grandes superficies, bajo el amparo de una apuesta por la sostenibilidad y el respeto al medio ambiente, pero un negocio al fin y al cabo. Por eso, tanto desde el lado de los ecologistas como el de los propios consumidores se ha defendido esta propuesta, sobre todo por lo que tiene de sensibilización al ciudadano sobre la necesidad de utilizar materiales reutilizables como el papel o de no abusar, como se suele hacer, de un consumo desmedido de estas bolsas de plástico sin pensar en las consecuencias que pueda tener para la naturaleza, aunque también se haga especial hincapié en que todo el dinero que se va a horrar la empresa se debería reinvertir en los clientes y no acabar sólo en el apartado de beneficios de la multinacional.
Y aunque parte de estos beneficios se podrán perder si se vuelve, como cabe esperar, a la vieja tradición del carrito de la compra, que evitará que se consuma, y se paguen, las bolsas de papel, también es justo resaltar que lo que está haciendo Carrefour no es sólo una apuesta por el medio ambiente, sino una operación de marketing, totalmente legítima, para vender una imagen y, de paso, hacer un negocio.