A las puertas de las próximas elecciones andaluzas, Luis Pizarro dice adiós a la política. Pone fin así a una larga etapa que hunde sus inicios en la militancia clandestina en el PSOE, y, más tarde, en el movimiento vecinal de Cádiz, lo que le llevó a formar parte de la corporación municipal de la capital gaditana hasta desembocar en el ámbito autonómico en donde alcanzó la vicesecretaría general de los socialistas andaluces formando parte, incluso, de la comisión gestora federal del PSOE. Desempeñó, por tanto, destacadas responsabilidades en su partido. Más dado a trabajar en la sombra que en primer plano, sin embargo, llegó, además, a ser consejero de Gobernación y Justicia de la Junta de Andalucía.
Un amplio recorrido que en su mayor parte lo ha hecho junto a Manuel Chaves, su amigo y su principal referente. Siempre negó que encabezara el denominado “ Pizarrismo” etiqueta de la que abominaba, pero lo cierto es que durante años gobernó su partido afrontando diferentes compromisos electorales con notables éxitos a pesar de las circunstancias adversas que se dieron aquellos años en los que, con todo, se consolidó como el partido que mejor defendía los intereses de Andalucía. Jugó un papel clave en la elección de Griñán para relevar a Chaves aunque más tarde se lamentara de tal opción. Poco dado al refinamiento propio de las clases urbanas, se desenvolvió en los círculos políticos capitalinos con soltura sin renunciar nunca a sus orígenes netamente rurales anclados en la localidad gaditana de Alcalá de los Gazules. Curtido en las sempiternas batallas internas del PSOE de Cádiz, de allí salió junto con su primo Alfonso Perales para impulsar el “borbollismo” frente al“guerrismo”, una intensa pelea ,tras la cual, se consiguió dar estabilidad al partido durante años.
A los 71 años, se marcha sin hacer ruido, agradecido a su partido, a los militantes y a los electores reconociendo, igualmente, la complejidad del panorama político actual. Nunca pudo imaginar que el último tramo de su carrera se viera sacudido por el asunto de los Ere, que se ha llevado por delante la vida política, y algo más, de muchos de los suyos, entre ellos, su amigo Antonio Fernández, exconsejero de Empleo, así como el propio Chaves y Griñán. Se queda con la insatisfacción por cómo se ha llevado políticamente este asuntoy con la esperanza de que salgan de la mejor forma posible de este trance. En el adiós de un viejo zorro de la política andaluza, pervive su entrega, su olfato y fidelidad a unas siglas, las del PSOE, partido que sigue considerando como su propia casa.
