Rato y sus negocios

Publicado: 29/10/2018
Autor

Antonio Yélamo

Periodista de dilatada trayectoria, Antonio Yélamo es director de Radio Sevilla, en la Cadena Ser

Con Y griega

La actualidad política, social y económica andaluza analizada desde la A a la Y con el sello personal de Antonio Yélamo

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Atrás quedan sus tiempos dorados de una carrera que arrancaba en Cádiz en donde nunca logró hacerse con el partido
Sorprendidos por la elección de Aznar por un desconocido Rajoy para sucederle en vez de optar por Rodrigo Rato, un reducido grupo de periodistas preguntaba a un entonces brillante ministro, que se caracterizó siempre por su locuacidad, acerca de las verdaderas razones que inclinaron la balanza en favor del gallego. Ya pasado suficiente tiempo desde aquella confesión se pueden desvelar las causas que justificaron tan inesperada decisión. Dos eran los reproches hacia Rato. Por un lado su oposición abierta a involucrar a España en la guerra de Irak, rechazo que manifestó abiertamente, incluso, en el propio Consejo de Ministros y , por otro lado, sus negocios particulares y familiares. Lo primero, su desmarque a las ansias guerreras de Aznar, era más que conocido por parte de Rato pero no, en cambio, que tuviera tantos problemas económicos como para que fuera descartado de la terna presidencial, máxime después de que se le llegara a considerar en las filas populares como el artífice del milagro económico español.

Tampoco en la famosa libreta azul de Aznar se llegó a incluir este aspecto oscuro de Rato que luego tanto le pesó. Ni siquiera transcurridos los años el ya expresidente desveló detalle alguno sobre las reservas que tenía con respecto al político de origen asturiano. Hoy, con Rato en prisión por corrupción y varias causas más que pueden prolongar su tiempo en la misma, hay que reconocer que Aznar estaba en lo cierto. La compleja urdimbre empresarial que arrastraba de su propia familia y de sus negocios particulares lejos de resolverse durante su estancia en el poder político, se complicó más aún , o lo que es más grave, se aprovechó claramente de su paso por la política para enriquecerse ilícitamente.

Atrás quedan sus tiempos dorados de una carrera que arrancaba en Cádiz en donde nunca logró hacerse con el partido pero en donde fraguó una alianza que ha durado hasta estos días con su líder natural, Teófila Martínez. Tampoco se preocupó de estrechar relaciones con los dirigentes populares de aquella época, encabezados por Javier Arenas. Es decir, siempre iba a su aire. Por ejemplo, cuando visitaba Sevilla en Semana Santa, de la que es un gran conocedor, huía de la habitual cohorte de mandatarios. Prefería disfrutar de las procesiones solo y con su familia mientras esa misma cúpula del PP se entregaba con ahínco a acompañar al valenciano, Francisco Camps, también gran amante de las cofradías y que ha acabado, igualmente, con problemas con la Justicia.

Aquel ministro, que precisaba con satisfacción contenida a los informadores la no idoneidad de Rato para ser presidente de España, se ha retirado del primer plano. Sigue con mando en plaza pero ya lejos de España, después de dejar tras de sí, también, una buena serie de escándalos sobre sus negocios particulares. Y hasta ha tenido que reconocer problemas con el fisco por parte de los suyos. Cosas del destino.

 

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