Si seguimos así, nos hundimos en el lodo
El Xerez se hunde a no ser que haya remedios inmediatos. Cero puntos, cero goles a favor, once en contra y una imagen lastimosa durante 65 minutos
Se podrían escribir muchas cosas. Que si el disparo de Bermejo, al que respondió Aranzubía con una paradón enviando el balón al larguero y rebotando éste en el centro del campo, hubiese entrado el partido hubiese entrado en una dinámica distinta. Que si Leandro Gioda no tiene una empanada mental y remata de cabeza al fondo de su propio portal cuando estaba completamente solo en el centro del área, aún había minutos para haber intentando al menos el empate. Todo eso es cierto, qué duda cabe. Al igual que pasó en Mallorca en la primera jornada, del posible 1-1 se pasó al 0-2 y, como acaeció en el Bernabéu, el equipo definitivamente bajó los brazos.
Todo lo que hemos esbozado es cierto, totalmente cierto, pero esas certezas no pueden encubrir el espectáculo lamentable que el equipo xerecista ofreció durante los primeros 45 minutos de partido. Parecía que el Deportivo jugaba al fútbol y el Xerez a la pelota, que el Deportivo sabía que lo que hacía sobre el terreno de juego y que los jugadores locales no se creían siquiera lo que estaban haciendo. Lo del primer tiempo del Xerez fue espantoso. Y es que las cosas son como son y no se pueden diluir en el quiero pero no puedo o en la mala fortuna. El primer disparo a puerta del Xerez, y por encima del larguero, no llegó hasta el minuto 35, con un tiro de Abel Gómez desde fuera del área. Hasta entonces nada de nada. Y eso que el Deportivo lo único que ofrecía era posición, saber estar y mover el esférico hasta esperar su oportunidad. Una oportunidad que llegó a balón parado. Minuto 25. Falta al borde del área, en la esquina derecha según estaba la zaga xerecista, de Moreno sobre Filippe. Le pega Juca y da la impresión que Renan la toca, que podía haber hecho algo más, pero la única realidad es que el balón entró y el Deportivo ya se colocaba por delante ante un Xerez que, por no poner, ni siquiera ponía garra, corazón, ganas. Víctor Sánchez en el centro del campo era un alma en pena. Bermejo peleaba en la soledad del desierto y Carlos Calvo y Momo lo intentaban pero no podía. No había orden ni concierto. Era un equipo muy inferior ante un Deportivo que tampoco era nada del otro mundo. Pero es lo que había y con esa sensación finalizaron los primeros 45 minutos.
De salida de vestuarios, Ziganda, por fin, se atrevió a hacer algún cambio táctico. Metió a Víctor Sánchez y a Viqueira como pareja de baile en el centro del campo y colocó a Armenteros como media punta, cogiéndole las espaldas a los dos medios centros gallegos,. Viqueira cogió la dirección de la orquesta y el Xerez, al menos, parecía que sabía ya a lo que jugaba , se mostraba más compacto, más ordenado, más incisivo. Armenteros disparó fuera por poco, Carlos Calvo le pegó al balón mal de solemnidad y lo envió lejos de Aranzubía. Al menos ya se llegaba, se intentaba. Bermejo remató espléndidamente de cabeza pero el balón no encontró los tres palos. Y en el 68 llegó ese remate de Mario, el paradón de Aranzubía y el balón al larguero. Fue la gran oportunidad. En esos minutos, ya Lotina había sacado del banco a Antonio Tomás para emparejarlo con Sergio y que Juca se hiciese cargo de la marca a Viqueira, al que perseguía por todo el campo. Viqueira había iniciado la jugada que pudo dar lugar al empate, pero faltaba algo más en la punta de ataque y Maldonado se puso a calentar. Ya era demasiado tarde.
Y es que cuando aún se pensaba en la opción del empate llegó esa jugada tonta, de pardillos, de falta de calidad de cada tarde. Saque de esquina, Renan no es capaz de mandar en el área pequeña y Leandro Gioda completamente solo, se lanza al suelo, mete la cabeza y marca en propia meta. Lamentable, pero cierto.
El Xerez tuvo veintitantos minutos de intención ofensiva, demostrando que con más gente de ataque se juega mejor y no peor como comentó en su momento Ziganda, aunque da la impresión de que faltaba alguien más en la zona ofensiva. Sigo sin comprender cómo Antoñito se quedó en el banco. Ziganda lo sabrá. Como sabrá por qué no movió antes al equipo cuando observó, como lo observamos todos, el enorme atasco que existía en el primer tiempo. No pasa nada por cambiar a un jugador a los 30 minutos, no pasa nada por cambiar el sistema a los diez minutos si se ve que no funciona. Lo que ocurrió después del 0-2 ya no vale la pena comentarlo. Un Xerez a la deriva que encajó un tercer tanto de verbena.
Todo lo que hemos esbozado es cierto, totalmente cierto, pero esas certezas no pueden encubrir el espectáculo lamentable que el equipo xerecista ofreció durante los primeros 45 minutos de partido. Parecía que el Deportivo jugaba al fútbol y el Xerez a la pelota, que el Deportivo sabía que lo que hacía sobre el terreno de juego y que los jugadores locales no se creían siquiera lo que estaban haciendo. Lo del primer tiempo del Xerez fue espantoso. Y es que las cosas son como son y no se pueden diluir en el quiero pero no puedo o en la mala fortuna. El primer disparo a puerta del Xerez, y por encima del larguero, no llegó hasta el minuto 35, con un tiro de Abel Gómez desde fuera del área. Hasta entonces nada de nada. Y eso que el Deportivo lo único que ofrecía era posición, saber estar y mover el esférico hasta esperar su oportunidad. Una oportunidad que llegó a balón parado. Minuto 25. Falta al borde del área, en la esquina derecha según estaba la zaga xerecista, de Moreno sobre Filippe. Le pega Juca y da la impresión que Renan la toca, que podía haber hecho algo más, pero la única realidad es que el balón entró y el Deportivo ya se colocaba por delante ante un Xerez que, por no poner, ni siquiera ponía garra, corazón, ganas. Víctor Sánchez en el centro del campo era un alma en pena. Bermejo peleaba en la soledad del desierto y Carlos Calvo y Momo lo intentaban pero no podía. No había orden ni concierto. Era un equipo muy inferior ante un Deportivo que tampoco era nada del otro mundo. Pero es lo que había y con esa sensación finalizaron los primeros 45 minutos.
De salida de vestuarios, Ziganda, por fin, se atrevió a hacer algún cambio táctico. Metió a Víctor Sánchez y a Viqueira como pareja de baile en el centro del campo y colocó a Armenteros como media punta, cogiéndole las espaldas a los dos medios centros gallegos,. Viqueira cogió la dirección de la orquesta y el Xerez, al menos, parecía que sabía ya a lo que jugaba , se mostraba más compacto, más ordenado, más incisivo. Armenteros disparó fuera por poco, Carlos Calvo le pegó al balón mal de solemnidad y lo envió lejos de Aranzubía. Al menos ya se llegaba, se intentaba. Bermejo remató espléndidamente de cabeza pero el balón no encontró los tres palos. Y en el 68 llegó ese remate de Mario, el paradón de Aranzubía y el balón al larguero. Fue la gran oportunidad. En esos minutos, ya Lotina había sacado del banco a Antonio Tomás para emparejarlo con Sergio y que Juca se hiciese cargo de la marca a Viqueira, al que perseguía por todo el campo. Viqueira había iniciado la jugada que pudo dar lugar al empate, pero faltaba algo más en la punta de ataque y Maldonado se puso a calentar. Ya era demasiado tarde.
Y es que cuando aún se pensaba en la opción del empate llegó esa jugada tonta, de pardillos, de falta de calidad de cada tarde. Saque de esquina, Renan no es capaz de mandar en el área pequeña y Leandro Gioda completamente solo, se lanza al suelo, mete la cabeza y marca en propia meta. Lamentable, pero cierto.
El Xerez tuvo veintitantos minutos de intención ofensiva, demostrando que con más gente de ataque se juega mejor y no peor como comentó en su momento Ziganda, aunque da la impresión de que faltaba alguien más en la zona ofensiva. Sigo sin comprender cómo Antoñito se quedó en el banco. Ziganda lo sabrá. Como sabrá por qué no movió antes al equipo cuando observó, como lo observamos todos, el enorme atasco que existía en el primer tiempo. No pasa nada por cambiar a un jugador a los 30 minutos, no pasa nada por cambiar el sistema a los diez minutos si se ve que no funciona. Lo que ocurrió después del 0-2 ya no vale la pena comentarlo. Un Xerez a la deriva que encajó un tercer tanto de verbena.
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