Hay quien cree, o parece creer, que proclamar ¡Viva Málaga! es una garantía de defender lo mejor para la ciudad. Cualquier análisis, si acaba así, proclamando ¡Viva Málaga!, sólo puede ser bienintencionado. Si gritas ¡Viva Málaga! ya puedes defender ese mamotreto hotelero en mitad de la bahía porque, claro, gritando ¡Viva Málaga! nadie debería dudar que tú quieres lo mejor para la ciudad. También puedes defender el colapso del centro de la ciudad en estas fechas, o incluso negar que exista ese colapso. Si gritas ¡Viva Málaga! estás en el lado correcto. Puedes negar que haya una mala gestión de los patinetes; si acompañas el planteamiento con un ¡Viva Málaga! se entenderá que es bueno para el turismo… y lo que es bueno para el turismo, es bueno para Málaga. Así que ¡Viva Málaga! En fin, cuando se grita ¡Viva Málaga! se neutraliza el mal rollo de los cenizos con sus denuncias exageradas sobre urbanismo, ruido o suciedad. Decir Viva Málaga es el pasaporte de la razón.
Naturalmente el vivamalaguismo es un localismo eufórico. Y el localismo, como advierten sus teóricos más conspicuos, tiene mucho de nacionalismo de patria chica; y por tanto con los mismos efectos patológicos para la inteligencia que el nacionalismo de patria grande. Los expertos en la materia han advertido dos rasgos en ese localismo: uno sociológico, y otro cultural. En el cultural, se caracteriza por la cortedad de miras y la identificación ciega con lo propio como si cualquier expresión de lo propio fuese en sí misma buena. Y en el sociológico, se exalta lo local porque se aspira a ser una referencia en el terruño, a ser identificado como depositario de sus esencias. Todo eso encaja con los vivamalaguistas, tanto por la cortedad folclórica de miras como la aspiración sociológica a imponerse como referencia en el ámbito local. Mal asunto. Todo localismo es siempre cerril. En definitiva toda exaltación atrofia inexorablemente la capacidad crítica. El vivamalaguismo es contraproducente para los análisis críticos racionales, rigurosos. En definitiva, pensar sobre tu ciudad, querer lo mejor para tu ciudad, no consiste en gritar ¡Viva Málaga! más alto que nadie.