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Eutopía

El odio, un asesino en serie

La asignatura pendiente, aun estando en 2020, es no permitir que nadie sea asesinado socialmente por su diversidad e identidad

Publicado: 14/01/2020 ·
11:45
· Actualizado: 14/01/2020 · 11:51
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Autor

Belén Ríos Vizcaíno

Belén Ríos es trabajadora Social. Profesora de la Universidad de Huelva.

Eutopía

Activista Feminista. Compañera partícipe de la Defensa de los Derechos Humanos y Movimientos LGTBIQ

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A Lucas, le dolía demasiado la supervivencia. Excesivas manos lanzándole a las vías de ese destino, que la cávea asfixiante de la sociedad, nos señala como “causas perdidas”. Su sufrimiento crecía y crecía. No pudo hallar las “llaves” porque en realidad, no había ni siquiera puertas de salida. A cada paso, un rastro de miradas desconocidas, de preguntas impertinentes, de gestos beligerantes, que a cualquiera le alquitranaría el sentido existencial. Lucas, quería salir de esa madeja de concertinas, que le aprisionaba el cuerpo, la mente y el alma. Nadie puede imaginarse, el esfuerzo que significa, negarse, rechazarse, luchar con uñas y dientes para superar la muerte de su identidad anterior y la resurrección de la real. Lucas, se convirtió en un pequeño luchador frente a infinitos titanes de piedra que ni duermen ni descansan. Porque están prestos, siempre, a insultar a la verdad, a vejar la diferencia, a dinamitar lo distinto. Lucas, simplemente, no pudo aguantar más. Porque este mundo patológico, agoniza sin valores. Vomita amenazas, bloquea la respiración, y fomenta huidas de idas sin billetes de vuelta. Esta realidad ideológica, sociocultural y religiosa que se ha instalado, con sus hidras venenosas, está asesinando, literalmente. Es una depredadora de las diversidades, postulante fiel de la homogeneización, que se prostituye y se inclina ante los becerros del capital, el fascismo, y el poder dictatorial. Toda una homicida de guante blanco. Los discursos de odio hacia la diversidad afectiva-sexual, la identidad de género y otras manifestaciones, es el canal de comunicación que empuja a las bipolaridades férreas. El fascismo ideológico, es un asesino múltiple, que acampa libremente por las calles, las instituciones y las soflamas populistas. Y entre tantas mentes enfermas, que actúan y difaman sin que pase absolutamente nada, el resultado visible, es la punta del iceberg.  Personas erosionadas, a golpe de talladores/as, que tienen la paciencia de derrumbar a quienes vamos de sobresalto en sobresalto. Llega un momento, que, aunque no te ves en los espejos, te enfrentas con el pecho descubierto, con algunos apoyos cercanos, pero con una espalda que sabe lo qué es y lo que se sufre porque ser “diana” ante los impactos continuos. ¿Quién puede vivir, siempre, sorteando piedras y esquivando comentarios tóxicos e hirientes? ¿Quién levanta la mano y se enfrenta a una masa alimentada con semillas de violencias? ¿Quién soporta las sonrisas petrificadamente burlonas de esas hienas que se esconden detrás de cargos políticos, religiosos, empresariales e institucionales sin escrúpulos? El Colectivo LGTBIQ+ sabe de pérdidas humanas, de promesas de humo, de entidades socioeducativas que no rompen la cadena del maltrato. La supuesta ignorancia, no exime de responsabilidad. La omisión es tan mortífera como la acción. Por eso, siéntanse señalados/as quienes no asumieron sus compromisos, quienes volvieron la cara, quienes se lavaron las manos, quienes dijeron no ver nada cuando todo estaba frente a sus ojos velados de indiferencia. Siéntanse depravadas/os quienes justifican la ira, la persecución hacia las personas que consideran “periféricas” y “peligrosas” por esa moral podrida de sadismo y por esa doble vara de medir, dónde los latigazos llegan por la defensa del “SER”. La Política debe poner freno, inmediatamente, a tanta irracionalidad y a esa crueldad que se cuela silenciosa y emponzoña si algo hace peligrar sus intereses partidistas. Necesita invertir en equipos interdisciplinares públicos y/o privados, para proteger los derechos del colectivo, de sus familiares y amistades.  De profesionales sociales y educativos, que hagan una permanente prevención e intervención basada en el “Respeto”. Necesitamos de entidades sin ánimo de lucro, que caminen conjuntamente, con la finalidad de abogar por todos los derechos de la ciudadanía. Pero la asignatura pendiente, aun estando en 2020, es no permitir que nadie sea asesinado socialmente por su diversidad e identidad. Recordemos, que el odio mata, pero el amor dignifica y da vida. In memoriam de Lucas.  

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