La sesión de control del Congreso se presentaba con interés y expectación porque era el reinicio del nuevo periodo de sesiones, que, además, coincidía con la campaña electoral catalana. Tres preguntas había para el presidente del gobierno, Pedro Sánchez: de Pablo Casado, Santiago Abascal y Gabriel Rufián. Todos los perejiles para un buen guiso. Para qué andarse con recursos retóricos o circunloquios sutiles, mucho mejor intervenciones a la yugular del presidente, porque algunos ya nacieron al son de cajas destempladas.
Casado vio a Sánchez cerca del asalto del Capitolio americano “con los cuernos de bisonte”. Lo acusó, con un gusto exquisito, de gafe (naturalmente por la pandemia y la nevada de Filomena) y de “prender fuego a todo”, entre otras lindezas, tal como estar de acuerdo con Vox para salvar los fondos europeos. Aquel voto del partido derechista ha calado en lo más profundo de la estrategia del PP que soñaba con el escenario italiano, donde el desacuerdo sobre el control de los fondos ha llevado a la caída del gobierno de Conte y a la llamada a Mario Draghi para un gobierno técnico a la espera -no se sabe cuándo- de una convocatoria electoral. La falta de apoyos en ese asunto capital llevaría sin mas a la dimisión del gobierno español para situarlo, además, como vencido ante los catalanes. Por cierto, el monarca español, como jefe del Estado, nunca podría hacer una maniobra ni siquiera parecida a la italiana.
Pedro Sánchez replicó a Casado pidiéndole una oposición útil e informada y casi suplicándole unidad en momentos tan decisivos para la hora de España. Pero el momento culminante de la jornada estaba por llegar. Fue en el final de la réplica del presidente a Casado y a Abascal. A Casado: “Incluso el señor Abascal tiene más responsabilidad y sentido de Estado que usted”. Abascal había acusado a Pedro Sánchez de trabajar contra la soberanía nacional. Brotó de los labios del presidente de nuevo la frase del día: ”En algunos momentos usted demuestra más responsabilidad de país y sentido de Estado que el líder de la oposición”. Rememorando un pasaje bíblico se podría decir que para el PP “…el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo; tembló la tierra y las rocas se hendieron”. La sorpresa fue mayúscula y el discurso de Casado se disolvió camino del sumidero. Bárcenas preparaba su confesión.
